“El poder solo existe para demostrar su existencia”, pienso cuando termina La librería (2017), el filme de Isabel Coixet. Siento un poco de asco y de rabia por volver a encontrarme, como cada día en las calles, con una persona poderosa que lo devora todo. Las personas y los países poderosos se parecen. La librería desasosiega, y al mismo tiempo embelesa, La librería es una película bella y perfecta: cada gesto, cada palabra y cada foto tienen sentido.
Cuando empieza la proyección de La librería me pregunto porqué parece que este filme no va a llegar a las carteleras comerciales de Colombia o de otros países de América. La fotografía es hermosa y serena, de un tono apenas levemente irreal. Las actuaciones también son tranquilas, frescas, como ese viento frío que agita los cabellos de los personajes en las marismas de Hardborough. Cada diálogo es preciso, y las conversaciones que se inician con un poco de esperanza, poco a poco empiezan a revelar la elegante, la despiadada crueldad de los personajes. La librería no es una linda película de autoayuda sobre la fuerza redentora de los libros, no, es un doloroso filme sobre el poder. Tal vez eso justifica mi temor de que esta película se proyecte en pocas salas comerciales.
Florence Green, interpretada por Emily Mortimer, llega a Hardborough, un pequeño pueblo costero Inglaterra. Es una viuda de guerra y todos lo saben. Florence conoció a su esposo en la librería en la que trabajaban, y en la que se enamoraron de inmediato. Desde ese momento y cada noche, este hombre le leyó a su esposa, y lo hizo hasta que tuvo que marcharse a luchar en la Segunda Guerra Mundial. La ilusión de Florence es fundar una librería en el pequeño Hardborough, crear un espacio para el pensamiento y la belleza, en un lugar que se ve tan bonito. La ilusión de Florence será un insulto para la mujer que controla esa comunidad.
Investigando un poco me encuentro con que La librería sí ha estado en importantes carteles: la cinta tuvo medio millón de espectadores en España, inauguró la SEMINCI de Valladolid y se proyectó en la Berlinale. La librería tuvo estrenos comerciales en Alemania, Holanda, Australia, Nueva Zelandia, Brasil, Uruguay y Argentina, y tuvo 12 nominaciones a los Goya que incluyen los tres premios que se llevó: Mejor Guion adaptado, Mejor Dirección y Mejor Película. El guion de Isabel Coixet ya había obtenido un reconocimiento que entrega el más grande mercado de derechos literarios del mundo: la Feria del Libro de Fráncfort le otorgó el premio a la mejor adaptación de 2017. La librería está basada en la novela “The Bookshop” de la escritora inglesa Penelope Fitzgerald.
Cuando la película termina me siento intranquilo. Las noticias del centenar de líderes sociales asesinados en Colombia en los primeros seis meses del 2018, y los muchos otros hechos horrendos que cada diariamente descubro en los medios, y en los libros que registran nuestro paso por la tierra, encuentran algo de sentido en esa pequeña historia. Quiero volver a ver La librería, y quisiera que mucha otra gente la viera.
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