EL AMOR ES POSIBLE EN EL SILENCIO*
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En City Lights (Luces de la ciudad, 1931), el vagabundo Charlot, huyendo de la policía, logra meterse a un auto de lujo, para escapar por la otra puerta. Cuando el fugitivo baja del auto, se encuentra cara a cara con el amor de su vida: una rubia vendedora de flores, de chal raído y hermosos ojos ciegos. Durante este encuentro, la música que escuchamos es la melodía de La Violetera, el gesto que vemos en la mujer es el de ofrecer flores al desconocido, y la respuesta del miserable a quien la ciega confunde con un millonario, es rebuscar en el bolsillo para encontrar más agujeros que monedas. Con todo y su pobreza, Charlot se toma su tiempo para escoger y comprar una florecilla que la mujer le pone en la solapa con apenas un roce sobre su pecho. Chaplin está enamorado y nosotros también. ¡Qué cosas no hará el vagabundo por amor! Recogerá basura y mierda en la calle, boxeará por dinero, le pedirá préstamos a un millonario alcohólico y ciclotímico, que cuando está sobrio piensa que su amigo Chaplin es un ladrón. El vagabundo irá a la cárcel por amor, pero logrará recoger el dinero para dar a la mujer la operación que salvará sus ojos. Cuando Charlot salga de la cárcel, aún más rotoso y miserable que en las primeras secuencias del filme, esta florista que ya tiene su tiendita, no reconocerá al hombre al que le debe la ilusión y la vista… ¿O lo reconocerá?
Es bien conocida la mítica historia de Charles Chaplin: un niño de la calle londinense, hijo de un par de artistas de Vaudeville, loca la madre y alcohólico el padre. Abandonado desde pequeño a su suerte y a la de su hermano Sidney, Chaplin ganaba desde niño moneditas, actuando al lado de su madre o en cualquier esquina donde la gente se reuniera. La educación de Chaplin fue la de un artista de la calle: es decir, ninguna, de manera que fue su talento el que lo llevó a convertirse en actor, escritor, director y compositor. En 1914 llega a los Estados Unidos para la gira de la Fred Karno´s London Comedians, compañía con la que trabajaba y es en ese año que Hollywood lo engancha, gracias a su trabajo en “A Nigth in an English Music Hall” y a la mirada aguzada para el talento que poseían Mack Sennett y Mabel Normand. Charles Chaplin empieza a trabajar en la Keystone Company, productora de cine especializada en comedias alocadas, de golpe y porrazo, que siempre terminaban con largas y absurdas persecuciones. Los primeros filmes de Chaplin, como muchos de los de esa época, son cortometrajes de un rollo de película. Filmes baratos, de ocasión, iluminados por el espléndido sol de California y hechos con base en improvisaciones, como el segundo filme de Chaplin, el primero en el que caracteriza al vagabundo: Kid Auto Races at Venice (1914) que se realiza aprovechando una carrera de carros por las calles de Los Angeles. La formación cinematográfica de Chaplin es el cine mismo, pero no el cine de las salas, sino el que él hacia con otros emigrantes y empíricos que estaban dando forma a la gramática y al espectáculo cinematográfico. La obra de Chaplin incluye 81 títulos, que van desde estos primeros cortometrajes, hasta sus grandes largometrajes, 6 de los cuales son sonoros. Con el tiempo, el nulo conocimiento técnico con el que Chaplin comenzó, se desarrolló hasta hacer de él un director fundamental en la historia del cine, gracias a su sensibilidad, su claridad y habilidad para la puesta en escena, y a un implacable rigor que pronto se fue manifestando: Chaplin era un obsesivo de la perfección, que repetía las secuencias decenas de veces, hasta que encontraba el tono y el ritmos deseados. También su sensibilidad social y sus temas se fueron revelando a través del trabajo. Desde su primer filme (Making a Living, 1914), en el que representa a un estafador, o el corto Dough and Dynamite (1914), en donde Chaplin acaba con una huelga, hasta The Kid (1921) o Modern Times (1936), hay un largo camino en donde el avaro, ambicioso y hambriento emigrante, ya seguro de su fortuna, se puede preocupar por los demás y recordar que también él ha sido un don nadie. Es entonces que surgen sus mejores y más perdurables filmes.
City Lights es la primera película de la etapa de los largometrajes sonoros de Chaplin, la última etapa de la obra de este director, pero se trata de un filme mudo, una cinta con la que Chaplin va en contravía de la industria. En la fecha del estreno de City Lights, el gentío rodeaba el teatro. A la mañana siguiente, Rose Pelswick del New York Evening Journal, escribió: “Con una multitud de curiosos aguardando fuera del teatro George M. Cohan para contemplar a los poseedores de localidades de once dólares, entrar a la sala rodeados por un cordón policial, City Lights, la primera película que Charles Chaplin estrena después de dos años, demostró que el silencio – si es Chaplin quien está en silencio -, demostró que el silencio aún es oro.” Son muchos los críticos que califican a City Lights, como la más grande de las películas de Charlot. En un tiempo es que el sonido dominaba por completo las películas, sólo Chaplin tuvo el poder y la inteligencia para permanecer en el cine mudo y utilizar el sonido para aportar una compleja banda sonora compuesta de música y efectos. Chaplin pasó un año entero componiendo la música del filme (música que incluye una melodía escuchada en su infancia y que él creyó propia: La Violetera), y dos años desarrollando un proyecto que representa lo mejor de su obra: en City Lights la historia se compone, como siempre, se una sucesión de gags perfectamente físicos, que se agrupan y acumulan, sin perder el hilo de una historia romántica y conmovedora.
La crítica de la época escribió reiteradamente sobre el riesgo que había tomado Chaplin al continuar haciendo cine mudo, y el éxito incontrovertible que había tenido. La prensa de ese año califica su arte como “indestructible” (New York Evening Post). De diferentes maneras, esa apuesta por el silencio se repetirá con Modern Times y The Great Dictador (1940). Filmes en donde las críticas sociales se hacen más evidentes que en cualquiera de sus cintas anteriores, filmes que incluso le valdrán ser investigado por el FBI para finalmente tener que marcharse a vivir a Suiza.
Pocas películas de la historia del cine son al mismo tiempo tan románticas y tan cómicas, pocas nos llevan de las risas a las lágrimas una vez y otra y otra, sin importar cuántas veces las veamos. Charles Chaplin, icono mismo del cine, tiene muchos filmes fundamentales: The Inmigrant (1917) y The Gold Rush (1925), son otros dos que podrían mencionarse, pero ninguna de sus películas resume como ésta su esencia humana, amorosa, de digna miseria y de esperanzas sin esperanza.
Cuando Chaplin sale de la cárcel, sólo piensa en la mujer ciega y en encontrar cualquier cosa de comer. Ante la vitrina de una florería, dos chicos se burlan del vagabundo que lleva pantalones rotos, y en medio de la pelea, aparece junto a Chaplin la vendedora de flores, que ahora puede ver y es la propietaria de la floristería. La mujer le ofrece una moneda, pero él conmovido, con los ojos fijos en su rostro, la rechaza y sólo acepta una flor, que la joven acompaña con una moneda que pone en la mano del vagabundo… La mano que ella, ciega, había conocido tan bien. La florista lo reconoce:
– ¿Tú? –le pregunta ella
Él está feliz, alucinado, con una flor en la mano, y le pregunta:
– ¿Puedes ver ahora?
– Sí, ahora puedo ver.
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* Por: Julián David Correa. Publicado en: Revista Kinetoscopio No. 83,
como parte del especial: Top 10 del American Film Institute
Página en internet de la Revista Kinetoscopio
Imagen: fotograma de la película
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Son temas muy importantes para conocer y dar a conocer a nuestras comunidades, sobre todo para trabajar con los niños, que es lo que más me gusta trabajar.
Gracias por estos enlaces que nos permiten mejorar y conocer la importancia de la primera infancia.