En La piel que habito (Pedro Almodóvar, 2011), un cirujano experimenta con el cuerpo de una hermosa mujer a quien tiene encerrada. ¿Lo hace por amor o por venganza? ¿Esa mujer es la esposa del cirujano a quienes que todos creen muerta, o es la hija esquizofrenica que un día se lanzó por la ventana? La intriga corroe, pero termina siendo más interesante la intriga que la película. La piel que habito es tan artificial como la piel transgénica que su protagonista ha creado, pero además es aburrida. La belleza de la ciudad de Toledo, de Antonio Banderas y Elena Anaya, la maravillosa música de Alberto Iglesias[*] y la voz de Buika, junto con dos violaciones, un secuestro, dos suicidios, una vaginoplastia, el robo a una joyería y un hermano asesinando a otro, no son capaces de despertar nada diferente a la paciencia. Quien sabe si los lectores de la novela “Tarántula” de Thierry Jonquet (en la que se basa el guión) habrán disfrutado la cinta, lo cierto es que es una lástima que después de 22 años, el reencuentro entre Banderas y su padre cinematográfico se haya dado con este filme. Cuando por fin llegan los créditos, es mejor quedarse con el recuerdo de Matador (1986) y con la esperanza de que en un año se estrenará una nueva película de Almodóvar.
Imagen: Elena Anaya en La piel que habito
[*]Los extraordinarios sonidos creados por Alberto Iglesias (que con esta banda sonora acaba de ganar su décimo Premio Goya) y Concha Buika se pueden escuchar en la página de la película: www.lapielquehabito.com/musica.php
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