«Le gamin au veló» de los hermanos Dardenne

«Le gamin au veló» de los hermanos Dardenne

LOS PECADOS DE LOS PADRES:

EL NIÑO DE LA BICICLETA DE JEAN PIERRE Y LUC DARDENNE

“…yo soy Yahvé, tu Dios, un Dios celoso que castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación…”

Éxodo 20:5

 

Qué alegría poder escribir de una película sin excusarle absolutamente nada y poder decir desde la primera línea: este filme hay que verlo. Hay que ver El niño de la bicicleta (2011) porque nos acerca a la vida, aunque la vida duela, porque es un filme terrible y a la vez esperanzador, porque los personajes son verdaderos y la cámara viaja junto a ellos con discreción y belleza.

El niño de la bicicleta es la historia de Cyril, un pequeñajo rubio de camisa roja, que cuando no vuela en su bicicleta o corre para huir de alguien, camina mirando al suelo, como esperando una bofetada. Cyril es un niño abandonado a quien su padre no ha podido soportar y al que una joven peluquera empieza a cuidar con un amor completo e incondicional. La historia del niño es trágica y en su búsqueda de amor y de perdón por un crímen que no es el suyo, hará cosas terribles y encontrará el odio antes de subir a su bicicleta e iniciar un nuevo camino.

Este drama neorrealista, que es una continuación coherente de los orígenes documentales de los hermanos Dardenne y de toda su obra argumental (16 filmes en total, el primero de ellos realizado en 1978), genera en el público un constante desasosiego en el que parece que a cada paso algo terrible está por pasar… y es verdad que de vez en cuando algo terrible pasa, como cuando se camina por el centro de una ciudad y se sabe que nadie puede relajarse. Ese desasosiego que mucho del “show business” evita y que el espectador de este filme siente con cada plano se llama compasión[1], ese puente emocional cada vez más necesario que la obra completa de los Dardenne sabe tender entre los espectadores y los personajes de sus películas. Una compasión que no surge solo por el niño o por el amor de la peluquera Samantha, sino que también aparece ante personajes como el padre de Cyril, a quien por largos minutos el espectador imagina un monstruo, y cuando lo descubre encuentra que la bestia no es nada más que un hombre joven y bonito que se encuentra agobiado por ese niño herido, que también es un niño difícil y solido como una roca. Ese hombre asustado es el monstruo y sus acciones no son inhumanas, ese miedo suyo es completamente humano, aunque a la vez sea atroz y lo lleve a hacer algo horrible, algo que sin Samantha podría ser irreparable.

La lista de películas sobre niños abandonados es larga, y está llena de joyas que se engarzan en un camino que incluye por igual Los olvidados (Luis Buñuel, 1950) y Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959). Algunos críticos[2] han comparado El niño de la bicicleta con Ladrón de bicicletas (Ettore Scola, 1948), esa obra maestra del neorrealismo italiano y han catalogado el trabajo de los hermanos Dardenne como neorrealismo poético, por su aproximación realista y a la vez lírica a los espacios, los conflictos y los personajes. Los gestos de Cyril y de Samantha son mínimos y a la vez son ciertos, y la cámara al hombro que los sigue (del estupendo Alain Marcoen) es como las palabras del guión de los Dardenne: una sutil búsqueda de lo verdadero y de lo puro en medio del dolor.

Esa sensación de verdad en los filmes de los Dardenne no se logra solo con un truco fotográfico (llevar la cámara al hombro, seguir a los personajes, encuadrar un poco imperfectamente, como con apuro), sino que se obtiene con una cuidadosa labor de guión y desarrollo de los personajes, y con un método de trabajo único con los actores: una vez se han seleccionado los intérpretes, se ensaya con ellos de 40 a 45 días, yendo de los movimientos (de lo más físico) a los diálogos y de ahí a las ideas que están tras las palabras. Durante la producción, el rodaje se realiza de manera lineal (de forma cronológica, siguiendo el desarrollo de la historia) y se conservan todas las locaciones durante todos los días de filmación, de manera que si los directores deciden cambiar algo, es posible regresar a la locación y hacer cuantos planos adicionales hagan falta. Esa forma de trabajar es más cara, pero permite una mejor construcción de los personajes con los actores y permite transformar la historia en función de los hallazgos que se van haciendo sobre la marcha.

La obra de los Dardenne se inició y continúa desarrollándose en una pequeña ciudad del 60 mil habitantes, que ya suma cinco generaciones en crisis económica tras sucesivos fracasos industriales y la descolonización de África. La obra de los Dardenne cuenta con dos Palmas de Oro y un Grand Prix del Festival de Cannes y con millones de seguidores en el mundo entero, y por si fuera poco, además de esos reconocimientos, al trabajo de apariencia modesta de los Dardenne se ha sumado de manera evidente el logro de cambiar el mundo con una ley conocida como “Plan Rosetta”[3], e inspirada por el filme Rossetta de 1999.

El niño de la bicicleta hace parte de una obra en donde cada cinta y cada personaje son reflexiones sobre los mismos temas, en un conjunto de historias que al mirarse en la distancia resultan en una única película elemental y poderosa, ¿sobre qué trata esa película?

“Luc Dardenne: ¿sobre qué son nuestras películas? Son sobre personas que están solas y tienen un encuentro con otro que les ofrece una salida. Son personas que están en situaciones extremas, que son capaces de matar para encontrar su lugar en el mundo y vivir la felicidad que se imaginan. Es finalmente sobre gente que descubre la amistad, el amor, la solidaridad, el tener la necesidad del otro. Finalmente es eso.”[4]

 


[1] Compasión es un sustantivo que en español suena a ningunear, pero que significar sentir con los otros, compartir su pasiones en un sentido profundo que en otros idiomas resulta evidente, como el alemán “das Mitleid” (“sentir dolor con”).

[2] El estadounidense Jonathan Romney (Screen Daily) y el británico Peter Bradshaw (The Guardian)

[3] “…aprobada el 12 de noviembre de 1999, que les prohibe a los empleadores  pagarles a los empleados adolescentes menos que el salario mínimo”. En: Rosenbaum, Jonathan. “Movie wars : how Hollywood and the media conspire to limit what films we can see”. Ed. A Cappella Books: Chicago, 2000. Pág 123.

[4] Charla magistral de los hermanos Dardenne en la 3ra. Semana del Cine Europeo de Buenos Aires (2011)

 

 

Texto publicado en la Revista Kinetoscopio No. 99 (CCA, 2012)

Imagen: afiche del filme

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