«Taxi» del cinematografista iraní Jafar Panahi

«Taxi» del cinematografista iraní  Jafar Panahi

IMÁGENES SIN MIEDO:

«Taxi» de Jafar Panahi*

Tras un viaje que empezó en Teherán, la capital de Irán, llega a Colombia Taxi de Jafar Panahi, una película que recibió el Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín en 2015, y que ha obtenido reconocimientos en todo el mundo. En 2010 a Jafar Panahi se le prohibió hacer cine por 20 años, condena emitida por el gobierno teocrático de Irán, gobierno que por un tiempo lo obligó a tener su casa por cárcel. El delito del que se le acusa: “Actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el Estado”. A pesar de esas condenas, Jafar Panahi ha hecho cine desde la casa que era su cárcel (con Esto no es una película de 2012), y con Taxi le puso ruedas a la casa e hizo de un auto la locación de una película con gente que se sube y habla de su vida, con personas que actúan y con ventanas que miran al país que lo ha condenado por decir lo que piensa.

Taxi parece sencillo y no faltará quien lo confunda con un “reality” televisivo, pero es un filme complejo y honesto, y es el acto valiente de un artista que a pesar de todo no deja de sonreír y opinar. La película es divertida, e incluso parece una comedia aunque se construya entre amenazas de muerte y silencio. Desde un taxi, Jafar Panahi hace su cine y lo protagoniza, y conduce un viaje en el que los espectadores del mundo (que no los de Irán) ven cómo los vendedores de películas piratas estafan pero llevan el cine a Irán, y cómo una abogada que lucha por los derechos humanos no puede ejercer su oficio, y cómo una niña (la sobrina del director) debe aprender y aplicar una larga lista de prohibiciones a su mirada y a la película que hace para su escuela.

Jafar Panahi es uno de los grandes maestros del cine iraní, un artista que en sus primeras obras y en este período en que la censura lo obligó a experimentar, ha hecho aportes trascendentales a la historia del cine. Decir eso a un espectador colombiano es como decir a un espectador iraní que el paisa Víctor Gaviria es uno de los maestros del cine colombiano y que su obra ha marcado el cine de América Latina. Irán y Colombia están muy lejos, pero al menos en Colombia se puede ver algo del cine iraní. En Irán, en cambio, el cine de Gaviria como mucho del cine latinoamericano está prohibido porque presenta un “realismo sórdido”, como también está prohibido el cine de Woody Allen y todas las películas donde se muestran relaciones cercanas entre hombres y mujeres. El código es implacable: en el cine iraní se debe mostrar la bondad y el sacrificio de los protagonistas, y los villanos siempre deben usar corbata, y los hombres buenos sólo pueden tener nombres persas o musulmanes (mientras que los malos, amarrados en sus corbatas, deben tener nombres extranjeros). Irán es una teocracia, lo que significa que su política, sus leyes y la vida íntima de sus ciudadanos se deben regir por un único libro religioso. Irán y Colombia están muy lejos, es verdad, pero en Colombia también se sabe de censuras y límites a las libertades con la excusa de un libro religioso o de un arma.

Los ataques a la libertad de expresión han sido frecuentes en muchos países: en Estados Unidos de 1934 a 1967 se impuso el código Hays que determinó con reglas tan estrictas como las iraníes lo que se podía ver en las pantallas (es por el código Hays Vilma y Pedro Picapiedra duermen en camas separadas). 2015 fue el año en que Taxi obtuvo el premio mayor del Festival de Cine de Berlín, y ese año como el anterior, frente a las oficinas de la Berlinale se dieron manifestaciones contra las leyes homofóbicas de Rusia. Las amenazas a la libertad de expresión existen en todos los países: los asesinatos de los caricaturistas de Charlie Hebdo por parte de radicales religiosos en París son un ejemplo, pero también lo es las persecuciones del político francés Andre Bonet contra filmes franceses a los que considera que atacan “los valores judeocristianos”. La búsqueda de las libertades individuales y la libertad de expresión se da todos los días en todos los países.

En el Taxi de Jafar Panahi viajan todos los artistas del mundo y todos los periodistas, y todos los científicos y las personas que arriesgan su vida para decir lo que piensan a pesar de los ataques de poderes religiosos y políticos, y a pesar de gente armada. Irán está muy lejos de Colombia, pero el trabajo de Panahi es un ejemplo para los colombianos que callan y para los que atacan a quien piensa diferente. En medio de la frivolidad de los “realities” televisivos que banalizan el cine e incluso la misma realidad, Panahi reclama la importancia de las imágenes en movimiento en sus diversas dimensiones: con el cine se hacen testamentos, el cine festeja y alegra la vida, el cine explora el mundo y lo revela, el cine es una herramienta para expresarse: el cine es tribuna de la libertad.

En sus casas o en salas de cine, los colombianos tienen la fortuna de poder ver todo tipo de imágenes en movimiento, y en Colombia hay muchos creadores que hoy pueden hacer todo tipo de cine. ¿Es importante presentar en este país una película como Taxi? Sin duda. Con humor e inteligencia, Taxi le recuerda al público y a los artistas que nada es un límite para expresarse y para hacer de la vida lo que se desea: ni la falta de dinero, ni las prohibiciones, ni las costumbres del mercado. Nada limita a quien no tiene miedo.

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*Por: Julián David Correa. Publicado por el periódico El Espectador durante marzo de 2016.

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