“Matar a Jesús” de Laura Mora

“Matar a Jesús” de Laura Mora

UN CINE NECESARIO

 

Empieza la película. No hay ningún aviso con el nombre de la ciudad o el año, o una nota que diga que esta es una historia basada en hechos reales. Menos mal. Eso se agradece. La luz es natural (la del mediodía en una ciudad tropical), en cada encuadre la cámara se mueve un poco y casi todos los personajes son jóvenes. La historia empieza en una universidad pública. Con excepción de la madre de la protagonista, todos los personajes están interpretados por personas que no tienen por oficio la actuación. La sensación es la de estar viendo una película fresca pero inquietante, desde el comienzo se intuye lo que puede suceder: los estudiantes están en una pequeña asamblea definiendo su protesta contra una ley que recorta el presupuesto de la educación pública. La protagonista de la historia es una joven pequeña, morena y tímida, que se parece un poco a la directora y guionista del filme. El padre de la protagonista es profesor en la universidad, y ante sus alumnos habla de inconformidad y de la necesidad de un cambio. La chica estudia artes y es fotógrafa, y en el camino a casa con su padre, saca la cámara y le toma un par de fotos, pero el público tiene la sensación que los pueden asaltar, que deberían esconder la cámara. La pareja habla con amor, y todo es luminoso y la joven es bella, pero los espectadores saben que algo está mal, que los personajes tienen miedo, y que el público también debería temer. Llegando a casa, al padre lo asesinan un par de sicarios en moto. La protagonista ve la cara del que dispara.

Los colombianos, especialmente los que crecieron en Medellín, se reconocen en esos hechos y en esos espacios: la bella Universidad de Antioquia, tan llena de historias de movimientos sociales y de las violencias de todos los que andan armados por Colombia. La ciudad es parte del Valle de Aburrá, de la “Tacita de plata” que para tantos ha sido una taza de plomo. En la pantalla está el profesor muerto en medio de su sangre, y están las alusiones a los pequeños delitos y a los grandes crímenes de los agentes del Estado, está la fiesta y la salsa que todos bailan, y la vida en los barrios populares, y la búsqueda del asesino y quizá una historia de amor. Para los colombianos esas imágenes y esas historias resultan tan familiares, como para los alemanes un glühwein decembrino, o para los gringos el filme It’s a Wonderful Life (Frank Capra, 1939), con su milagro imposible y sus pequeñas solidaridades en las que los espectadores quisieran creer. También es Navidad durante esta búsqueda de venganza.

A medida que avanza la cinta el público puede sentir la opresión, el temor constante y la rabia. Todos entienden porqué la protagonista quiere comprar un arma. Matar a Jesús no es ni remotamente una historia de narcotraficantes para Netflix, aunque a un extranjero le suene algún acento en las voces o algún estilo de las calles. La historia y su recreación recuerdan el realismo sucio de las películas de Víctor Gaviria, pero con imágenes propias de la directora, con su propia perspectiva de planos cerrados, saturados de baldosas de diez colores, y ladrillos, y paredes pintadas, y rostros sudorosos que son los de las historias que se superponen unas a otras y se reescriben hasta casi borrar cualquier memoria. Esa realidad que golpea en cada plano se alterna con momentos en los que los cambios en el tempo o en la banda sonora, demuestran que en medio de todo horror también hay belleza. En esos momentos los espectadores tienen una pausa, y descubren juventud en la mirada de esa muchacha atormentada.

En el año 2017, Matar a Jesús estuvo en el Toronto International Film Festival y en el Festival de San Sebastián y en el de La Habana, entre otros, y fue el filme colombiano más premiado internacionalmente. Laura Mora, realizadora de cine y televisión, es una de las nuevas miradas que representan la creciente diversidad del cine colombiano, y que destacan el surgimiento de cada vez más mujeres que escriben con imágenes en movimiento, artistas entre las que están las documentalistas Priscila Padilla, Patricia Ayala y Natalia Orozco, la creadora de animación Marcela Rincón, y las directoras de ficción Libia Stella Gómez y Natalia Santa, entre muchas otras.

Matar a Jesús seguirá su recorrido por festivales durante el 2018, la cinta estará en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, en los Rencontres Cinémas d’Amérique Latine de Toulouse, en el Festival de Guadalajara y en el de Miami, entre otros, y tendrá su estreno en salas. El cine colombiano, antes representado por pocos largometrajes, tuvo 42 estrenos en carteleras comerciales durante el 2017, e inició el año 2018 con el documental Ciro y yo (Miguel Salazar), el relato de un hombre a quien los guerrilleros, los paramilitares y el ejército le arrebataron todo. Los colombianos y sus cineastas siguen necesitando de catarsis en las pantallas: es necesario contar las atrocidades que se han sufrido o provocado. En medio de tan diferentes propuestas audiovisuales que llegan a las pantallas de Colombia, y que incluyen comedias taquilleras, y todo tipo de historias, hay que celebrar la existencia de un cine necesario. Matar a Jesús nos recuerda lo que significa crecer en medio de la guerra, donde los que más sufren son los que tienen algo para perder.

 

Julián David Correa

Imágenes:

(1) Fotograma de Matar a Jesús. (2) Afiche de Matar a Jesús. (3) Laura Mora (directora y guionista) y Natasha Jaramillo (protagonista) en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2017

 

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