Luis Ospina ha muerto

Luis Ospina ha muerto

Los maestros Luis Alberto Álvarez (1945-2006) y Luis Ospina (1949-2019), afirmaron en una famosa conversación de 1997: “Mientras más compleja sea una película, más complejo se vuelve el público. Es el cine el que hace a su público y no al revés.” Ambos sabían que el cine transforma la realidad por el camino de transformar al público, ambos sabían que el cine es mucho más que un espacio de evasión, y eso también lo sabemos en el Ministerio de Cultura. Tanto Luis Alberto Álvarez como Luis Ospina se han ido, pero nuestra admiración por ellos permanece, y nosotros y todas las personas que inspiraron seguimos transformando a Colombia.

La vida y la obra de Luis Ospina son una demostración de que el genio y la generosidad pueden ir de la mano, y que los colombianos hemos hecho grandes aportes a la historia del cine mundial. Luis Ospina, en su trabajo con Andrés Caicedo y Carlos Mayolo, y con todo el Grupo de Cali, puso dos palabras en los diccionarios de cine del mundo: “Pornomiseria” y “Gótico tropical”. Es con el nombre pornomiseria que Mayolo y Ospina califican el cine que se hace sobre la explotación de nuestras desgracias para que los cineastas obtengan beneficios económico o premios internacionales. Un cine de falsa compasión y de falsa crítica social que los caleños señalaron desde una obra maestra, desde “Agarrando pueblo” (Mayolo y Ospina, 1977). El gótico tropical, por otra parte, es una forma del terror que combina las claves del gótico literario y audiovisual, con nuestros climas, paisajes y costumbres. Ese género que Caicedo, Mayolo y Ospina crearon con base en cintas como “Pura sangre” (Ospina, 1982) y “La mansión de Araucaima” (Mayolo, 1986), entre otras, sigue siendo una referencia para los cineastas del mundo.

Luis Ospina fue un artista innovador y también fue un gestor cultural. El Festival Internacional de Cine de Cali es uno de sus hijos, como lo fueron antes el Cine Club de Cali y la revista Ojo al Cine, entre otras plataformas para el pensamiento y la belleza. La obra de Luis se construyó entre el Valle del Cauca y Bogotá. Luis Ospina nos demostró que se puede cambiar el mundo de distintas maneras, que los más brillantes cineastas fueron primero grandes cinéfilos, y que el cine colombiano no es uno sino muchos cines que nacen en los diferentes territorios del país.

La obra de Luis Ospina es ejemplar y valiosa, pero Luis fue ante todo un hombre bueno: la generosidad con la que abrazaba a los protagonistas de sus documentales, al músico Antonio María Valencia, al pintor Lorenzo Jaramillo y al escritor Fernando Vallejo, entre muchos anónimos o famosos colombianos, nos permitió ponernos en su lugar y descubrir nuestro país. Fue con esa misma generosidad con la que Luis abrazó a sus amigos, a la gente que lo escuchaba en sus conferencias y al público de sus películas. No fue la vanidad lo que orientó su vida, fue la pasión por el cine y el amor por la gente en la que posaba su mirada.

Luis Ospina nos va a hacer mucha falta, pero su vida es envidiable: pocas personas pasan por el mundo dejando tanto. Despedimos a Luis con alegría por esa vida tan intensamente vivida, y por la certeza de que su obra seguirá siendo uno de los pilares de nuestros cines.

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