TEMORES QUE NO TERMINAN, ILUSIONES QUE NO DEJAN DE BUSCARSE*
Es un tormento. Es un desgarramiento que se reinicia cada mañana, y que no siempre se detiene al dormir, sino que se convierte en las pesadillas en donde la ves con hambre y flaca, o la ves malamente manoseada, o la ves llorar y no puedes consolarla, o está enferma y magullada por la vida, y tú has estado tan lejos, y fuiste tan débil o tan torpe, que toda su agonía de cada uno de sus días es toda culpa tuya… aunque a veces escuchas su primera palabra y la ves reír, y a veces cocina por primera vez y deberías estar feliz por ella, pero las alegrías de esa desconocida que es una parte de tu carne y que nunca verás son otro motivo de dolor.
Madre e hija (Mother and Child, 2009) la última película de Rodrigo García Barcha, es un drama donde el espectador comparte los suplicios que acompañan tres maternidades: la de Karen (Annette Bening), que parió a los 14 años y tuvo que entregar a su bebé por la presión de su propia madre; la maternidad de Elizabeth (Naomi Watts), esa bebé que ha crecido y que se ha convertido en una mujer que se inventa a sí misma todos los días y que está llena de rabia y desconfianza; la tercera maternidad es la de Lucy (Kerry Washington), una mujer infértil que está desesperada por conseguir un bebé, porque cree que ese pequeño le dará la sensación de completud que ni el amor de un hombre, ni su vida, ni su trabajo le han dado.
Las primeras imágenes del filme son dramáticas y borrosas: la adolescente que tiene sexo y que pare a un bebé que no volverá a ver, pero salvo ese comienzo, toda la fotografía es colorida y luminosa, como siempre parece ser el sol de Los Ángeles. Los personajes son bellos, corteses y trabajadores, pero palabra tras palabra van revelando un conjunto de vidas torturadas. Es conmovedor, y algunos críticos han dicho que es manipulador, pero resulta realista y bien llevado, con actuaciones que sorprenden. Cada una de estas tres mujeres hace interpretaciones inolvidables, y cada uno de los actores que las acompañan, les dan el soporte adecuado. Se trata de un tema que conmociona, pero el director y escritor, y todos los artistas que participan del filme, lo han sabido abordar con talento y sensibilidad.
A pesar de que se trata de una película en donde todo está muy bien construido y ejecutado, las interpretaciones de Annette Bening y de Naomi Watts logran destacarse. El constante y contenido dolor que Annette Bening presenta en su papel de Karen, resulta convincente y convoca al espectador. Karen es una mujer extraña que debe resultar detestable para muchos, pero a quien se puede comprender: a cada paso, Karen está a punto de reventar, Karen no tiene en su vida nada más que las imágenes de un bebé perdido al que imagina creciendo, y a quien le escribe todos los días. Para Karen todas las imágenes de la culpa son un azote diario, y ni siquiera su trabajo sanando a otros, y el cuidado que le da a su madre la hacen merecedora del propio perdón. La situación de Elizabeth (Naomi Watts), es otra por completo: la interpretación de Watts es cordial y eficiente, sin explosiones de ninguna clase, ni siquiera cuando Elizabeth seduce a un par de hombres y destruye a una pareja que está por tener un bebé, se encuentra en su rostro nada diferente a una gélida belleza. Tanto en los gestos de Elizabeth como en los de Karen se ve la profundidad del dolor y del odio fermentado, dos sinceros encuentros que sabrán reconocer los espectadores.
Del guionista y realizador Rodrigo García Barcha (sí, el hijo del Nobel García Márquez, es inevitable repetirlo), se han visto trabajos para televisión y otras tres obras para cine: Things You Can Tell Just by Looking at Her, 1999, Ten Tiny Love Stories, 2001 y Nine Lives, 2005. En sus filmes, Rodrigo García Barcha ha demostrado una clara atención a las voces y a las historias de las mujeres, el gusto por las polifonías y la tendencia a las historias fragmentadas. En Mother and Child, se confirma esa sensibilidad femenina de García Barcha, junto con su capacidad para establecer polifonías. Las historias en este caso están completas y son redondas, tanto como el cine, que no la vida, pueden permitirlo. Hay en la obra de García Barcha, una brillante capacidad para la construcción de diálogos y para interpretar el mundo desde la mirada de las mujeres; en cambio los hombres, en el caso de Mother and Child, resultan planos: hombres buenos pero sin poso. Los hombres en esta historia parecen ser sólo instrumentos para la maternidad, bien sea por su capacidad para cuidar de las mujeres o por su fugaz pero decisiva participación en la cama. Todos esos hombres se ven como personajes amables e intrascendentes… lo cual tal vez no sea un error, sino otra observación realista de la película: al final, en el mundo de la maternidad los hombres parecen ser sólo apéndices, apenas los portadores de un atado de polinucleótidos y de un nombre que siempre depende de la madre para ser nombrado.
Como una nota final, más vinculada con temas de exhibición y distribución del cine en Colombia, es necesario señalar que la aparición de Mother and Child en las carteleras nacionales fue extraordinaria en todo sentido. En Colombia, el lanzamiento de esta película tuvo el nivel de las más costosas producciones: premier en las salas de Cine Colombia del Centro Andino, fotos en páginas sociales y abundantes notas de prensa. En Estados Unidos el filme resulta modesto a pesar del estupendo cartel que componen sus estrellas (y que también incluye a Samuel L. Jackson y a Jimmy Smits): un presupuesto de unos siete millones de dólares y un primer fin de semana con una recaudación de 43.000 dólares. En Colombia, es evidente que la filiación del director con el país y con su más reconocido artista, ayudó a que la cinta contara con todo el apoyo de Cine Colombia y de los medios, lo cual no le quita ningún mérito a una buena película, que a pesar de su arranque en las taquillas de los Estados Unidos, ha ido recuperando lentamente la inversión que sus productores hicieron. Es seguro que con las semanas, Mother and Child encontrará su público en las taquillas nacionales, como lo ha hecho en las de Estados Unidos, y se quisiera creer que este ejemplo puede ser útil a los exhibidores colombianos para que empiecen a tratar con cariño maternal a otras películas que también tienen mucho talento y a las que en ocasiones se les dificulta encontrar su público en el corto plazo.
*Por Julián David Correa, publicado en: Revista Kinetoscopio No. 92. Ed. CCA. Medellín, 2010
Página en internet de la Revista Kinetoscopio
Imagen: afiche de la película
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