LOS RETORCIDOS VALORES DE UN MATCH POINT*
En el año 2005, una de las más promocionadas películas que compitieron en el Festival de Cannes fue Match Point (Woody Allen, 2005), pero no ganó palma alguna. En el 2005, Match Point estuvo nominada a un Oscar, a un Cesar y a cuatro Globos de Oro, pero tampoco ganó ninguno de esos premios, y no es que al filme le hayan faltado reconocimientos, entre los que se cuenta uno que podría sonar extraño cuando se piensa en la procedencia del director:Match Point ganó el Goya a la mejor película europea. Match Point es una obra que se destaca en la filmografía de Woody Allen, pero es una cinta que en su momento y aún ahora acarrea un incómodo y retorcido equipaje. ¿Las razones? Las razones están en la película misma y en la vida que por ese entonces tenía que llevar su creador.
El argumento de Match Point podría redactarse de la siguiente manera: Londres, comienzos del siglo XXI. Chris Wilton, un joven irlandés de origen humilde y grandes ambiciones, utiliza su único talento certificado, el de ser un excelente tenista, para entrar como maestro de tenis a un club en donde hará los contactos sociales que lo llevarán a iniciar una familia y a convertirse en un hombre rico después de superar un inoportuno amorío. Así contada la historia, y sin faltar a la verdad, se está narrando el surgimiento de un triunfador, de una especie de héroe. El protagonista representa valores bien promovidos, como la ambición, la capacidad de trabajo y la defensa de la familia. La historia se desarrolla en la misma Gran Bretaña de la que Margaret Tatcher fue Primer Ministro durante tres períodos consecutivos (de 1979 a 1990), en un gobierno que logró convertir la codicia en valor político, un gobierno de amplia libertad económica, pero regido por valores conservadores: defensa del cristianismo, del patriotismo y la familia. En ese sentido, el irlandés protagonista de Match Point podría considerarse un héroe del tatcherismo, y sin embargo, son los detalles de ese ascenso los que le dan carácter al filme y los que hacen que ni Maggie Tatcher, ni sus colegas del otro lado del Atlántico puedan proclamar su adhesión al joven Wilton: para lograr su ascenso social, Chris desposa a la hija de un hombre poderoso y mientras lo hace, seduce a una actriz fracasada, de la que se hace amante asiduo, a quien embaraza y a quien termina por asesinar junto con su vecina, para evitar que el camino al éxito se le desmorone.
Match Point es una obra maestra: su guión es preciso, complejo y sugerente, las interpretaciones de los actores son inmejorables (Chris: Jonathan Rhys Meyers; Nola: Scarlett Johansson; Chloe: Emily Mortimer), las soluciones narrativas que propone el filme son tan ricas cinematográficamente como la imagen de la pelota que se balancea en la red, y que prefigura el tintinear del anillo en el muro del malecón. En esta película, como en toda gran obra de arte, resuenan los ecos de otras obras maestras y de los arquetipos de la especie: la interpretación que Caruso hace de Una furtiva lagrima, la romanza compuesta por Donizetti para su opera, L´elisir d´amore, aparece una y otra vez, desde los primeros créditos, como uno de los leitmotiv de la historia: Si può morir, Si può morir d’amor… – y será verdad que se puede morir de amor, pero no de la manera que canta el tenor ni con el final feliz de L´elisir d´amore. Media docena de referencias operáticas dialogan con el filme y lo abordan con mordacidad. Uno de los primeros puntos de giro en la historia se da cuando Chris logra ir a la Royal Opera House con la familia que cambiará su vida, los Hewett; la opera que ven esa tarde es La Traviata de Verdi, que está basada en La dama de las camelias de Dumas, y como en la novela y en el filme, la opera de Verdi tendrá un triste final para la cortesana… pero aquí surge inmediatamente una pregunta llena de ironía: ¿es realmente Nola Rice la cortesana, o es Chris Wilton el que se prostituirá para tenerlo todo?
Las alusiones a grandes obras de arte no son un accidente ni son artificiales en el filme: la anécdota de un chico pobre que asciende gracias a su flexibilidad moral, resulta recurrente en la historia de la humanidad y en la literatura, y tiene claras conexiones con la historia del Julien Sorel de Stendhal. Evidentes también son los vínculos de la película con la obra de Dostoievski. Woody Allen no disimula esa conexión que se encuentra en muchas de sus películas previas: ya al comienzo de la cinta el irlandés recién llegado a Londres, lee Crimen y castigo, mientras lo alterna con The Cambridge Companion to Dostoiewski, libro que editó la Universidad de Cambridge y que es un conjunto de ensayos que ayudan a comprender la obra del maestro ruso. Como suele decirse, una imagen vale más que mil palabras: con este plano de menos de un segundo, Allen declara su deuda con Dostoievski, pero también presenta al protagonista: Chris Wilton, un joven con una inquieta curiosidad intelectual, con disciplina, con la voluntad de tener lo que su familia no pudo darle y, por supuesto, con la pregunta moral que a él como a Raskólnikov les permitirá llegar al homicidio; aunque, como sabremos al final de la cinta, en el caso de Chris Wilton y a diferencia del Raskólnikov de Crimen y castigo, el crimen no conducirá a una redención… ¿O sí? Tal vez Chris si obtendrá su redención, sólo que una redención más apropiada para estos tiempos: hoy su éxito, su dinero y su nueva familia, son tan suficientes para hacer de él un hombre respetable, como para el personaje de Dostoievski lo fueron el castigo y el amor.
El que Chris Wilton sea un criminal que defiende los mismos valores de los poderosos del mundo, y que además permanezca sin castigo y en medio de la culpa, hace de Match Point una cinta incómoda, pero la incomodidad que implica el filme se inicia mucho antes del rodaje, en la vida de Woody Allen y en la manera en que se ve obligado a producir la película: Match Point inaugura una nueva etapa en la obra de Allen, una etapa de producción en Europa a la que debe entregarse después de las dificultades que encuentra en EEUU por su relación amorosa con Soon Yi, la hija adoptiva de Mia Farrow, su pareja de ese entonces. Una vez hecha pública su relación con la joven, los ataques a su persona y a su obra lo obligaron a buscar financiación y un skyline diferente al que Manhattan le proporcionaba. La empresa productora de Match Point es la británica BBC Film, y por primera vez en su filmografía, el director neoyorquino tiene entre sus manos una película de nacionalidad europea
Aunque Match Point es un filme que en el año de su estreno obtuvo más curiosidad y nominaciones que reconocimientos, es sin duda una película fundamental en la obra de Allen, y es una película compleja y perfecta, que representa muy bien los debates morales y la escala de valores de su época. El filme, además, es una delicadeza: un delicioso recorrido por Londres y por grandes obras de arte, y es una cinta sensual, no sólo por la triste belleza de su banda sonora o por la provocación de Scarlett Johanson, sino porque revela las sensaciones que acompañan la pasión, el crimen y cualquier ascenso al poder.
*Por Julián David Correa.
Publicado en: Revista Kinetoscopio No. 90. Ed. CCA, Medellín. 2010.
Página en internet de la Revista Kinetoscopio
Imagen: afiche de la película
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