Patricia Cardoso, ganadora de un Oscar

Patricia Cardoso, ganadora de un Oscar

UNA CHARLA CON PATRICIA CARDOSO: FILMAR Y SOÑAR CON HACER CINE*

En el año 1996, Patricia Cardoso ganó el Oscar a la mejor película universitaria por su cinta El reino de los cielos (1995), hasta la fecha el único Premio Oscar que ha recibido un cinematografista colombiano. La obra de Cardoso obtuvo el premio entre otras mil participantes, y ello a pesar de ser una cinta en Castellano filmada en Colombia. En 2002, Patricia Cardoso dirigió en Los Ángeles el filme Las mujeres de verdad tienen curvas (Real Women Have Curves), cinta basada en la obra de teatro de Josefina López, en donde las protagonistas son latinas inmigrantes en los Estados Unidos. Algunas personas recuerdan este filme por el rostro de América Ferrera, quien unos años después alcanzó el reconocimiento popular por su rol protagónico en la serie de televisión Ugly Betty (2006-2010) basada en la exitosa telenovela colombiana, Yo soy Betty la fea (1999-2001).

El reino de los cielos narra la historia de la primera cirugía de cataratas en Colombia y del poder del pasado para definir el presente: Bernabé (Reynaldo Miravalles) es un hombre que vive con su esposa (Yolanda García) y su nieta (Dais Stella Rojas), y que está ciego desde hace cincuenta años. Viven en la montaña, en una casita de tapia. El trabajo de Bernabé es vender agua: todas las mañanas se levanta y guiándose por el tacto de sus manos y sus pies, llega hasta una quebrada en donde llena un odre con el agua que vende por unos centavos a distintos hogares de la ciudad. Uno de esos hogares está formado por la señora Emma (Florina Lemaitre) y su esposo, el Doctor Gaitán -un hombre que realmente existió, abuelo de Patricia Cardoso, que en la cinta está interpretado por Humberto Dorado-. El Doctor Gaitán esta al tanto de los procesos quirúrgicos en Europa y se ha propuesto curar a Bernabé: practica todas las semanas con ojos de vacas y ovejas y le ha prometido al viejo cuidar de la familia si algo sale mal con la cirugía. Bernabé, a pesar de los temores de su mujer, accede a la operación, un procedimiento que tendrá como resultado el ver un mundo que ya le es imposible descubrir.

Durante el XIII Festival de Cine de Bogotá se realizó una première de la película y una presentación en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Durante la premier en el Museo de Arte Moderno también estuvo presente uno de los productores de CB2000, la empresa productora de El piano (1993), una sociedad que trabaja con los mejores directores jóvenes del mundo, con gente de territorios han recibido poca divulgación. La presencia de este productor en Bogotá se debía al empeño que tiene la empresa en sacar adelante el primer largometraje de Patricia Cardoso, una decisión que se tomó antes de que su cortometraje universitario hubiera obtenido el Oscar.

Para quienes estuvieron en la première de la cinta, esa fue una experiencia importante, tanto por la calidad de la película como por la posibilidad de escuchar a Patricia Cardoso, una mujer de una presencia como su película: sencilla, juguetona y de una lúcida emotividad. Esta entrevista se realizó en el apartamento que la familia de Patricia Cardoso tiene en Bogotá, y se desarrolló antes del éxito global de la fea Betty y del rodaje del filme Las mujeres de verdad tienen curvas.

DEL REINO DE LOS CIELOS

P: ¿Cómo se ha recibido su película?

PC: Muy bien, le cuento que yo ayer casi lloro de la emoción en la universidad. Sí, porque son puros estudiantes, es gente común y corriente, no es el público de festivales. Al principio se suponía que debía hacer una charla, empecé a hablar y les pregunté si querían que les hablara primero o si querían ver la película y todo el mundo dijo: “¡Sí, sí, película, queremos ver la película!” Nadie quería oír lo que yo tenía para decir.

Mejor…

Sí, mejor. Y era un público muy crítico y no te imaginas cómo les gustó. Sí, casi lloro porque es gente joven que es muy crítica.

Gente que, sepa mucho o sepa poco, igual dice lo que piensa.

La película ha gustado mucho en el exterior y a la gente de la Academia de Hollywood, pero yo tenía miedo de que en Colombia a la gente no le fuera a gustar. Es una película muy colombiana y muy simple: con los frailejones y las maticas…

Me gustó mucho la música. Es un poco como la película, porque el estilo y un instrumento como la ocarina te dan un tono muy andino, pero no es como de postal, no es una música típica, tradicional, pero sí es una música adecuada. Yo siento que la película es así: una película muy colombiana que no es costumbrista.

Sí, la música la trabajamos mucho. El compositor es completamente gringo (Thomas Griep), y ni siquiera habla español, pero junto con mi hermana (María Fernanda Cardoso, artista plástica y directora de arte en la cinta) investigamos mucho sobre música andina y música colombiana. Conseguí unas joyas, unas cosas rarísimas en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Luego mi hermana me ayudó a identificar instrumentos viejos. Como yo también soy antropóloga quería música andina de Cundinamarca, pero eso no existe porque no se ha guardado nada. Con amigos arqueólogos averigüé qué instrumentos existían en esa época y luego las diferentes grabaciones, desde vallenatos hasta música andina peruana y cosas así, pasando por grabaciones de música indígena de los Huitotos y de los Koguis. Ahí buscamos instrumentos y ritmos que sonaran interesantes. Luego nos conseguimos un músico, gringo también pero que había viajado mucho, había vivido en diferentes partes: en Asia, África y América Latina, y tenía unos instrumentos rarísimos. Fue él quien interpretó la música porque toda había sido compuesta en sintetizador.

Él sí sabía usar los instrumentos…

Sí, él tenía todos los instrumentos: unos instrumentos divinos, cosas como con escamas de pescado y cosas así. El compositor entendió muy bien. Yo quería algo que fuera andino colombiano, pero no algo que fuera costumbrista, y como no existía, eso nos dio la posibilidad de ser creativos.

¿Cuánto tiempo duró la preproducción de la película?

Seis meses de tiempo completo.

Después de tener el guión.

Sí, el guión lo escribí relativamente rápido, lo escribí para una clase de la universidad en unos tres meses y quedó bien. Empezó a ganar muchos premios. De todas maneras tuve que reescribirlo, en parte porque lo había escrito originalmente en inglés. La traducción fue dificilísima: me he dado cuenta de que cuando escribo en inglés cuento la historia de una manera muy distinta, por la falta de dominio del idioma cuento las cosas de una manera más simple. Cuando fui a traducir al Español no podía y eso fue lo mismo que me pasó con mi primera película, Cartas al Niño Dios, una película de diez minutos, en la cual el texto es una página y me demoré seis meses traduciéndola. También con El reino de los cielos me demoré mucho traduciéndola y luego me ayudó una guionista que se llama Socorro Vásquez, quien me ayudó con los diálogos. La preproducción se centró sobre todo en la búsqueda del equipo técnico, de actores y locaciones. Buscaba que el pueblito fuera así, como se ve en la película: pequeño y entre montañas, y no fue fácil de encontrar. Luego vino la búsqueda de la casita de Bernabé. Yo tenía la imagen de que fuera una casita así exactamente, sola en el monte.

¿Este Oscar que usted recibió para estudiantes funciona igual que los demás oscares, es decir, es una votación de la Academia?

Sí, son los mismos miembros de la Academia.

¿Por qué piensa que esta obra fue escogida?

Yo pienso que porque es una historia tan sencilla y tan humana. Esas son las cualidades y está muy bien realizada.

Sí, tiene una buena puesta en escena.

Sí, a nivel actoral, y las imágenes son muy especiales. También está el hecho de que se trata de una película con muy poquito diálogo y muchas imágenes. Eso es algo que quería en mi película anterior, en ésta y en mis próximas películas: quiero hacer algo lo más visual posible, no quiero hacer diálogo, quiero que el diálogo sea el mínimo posible. Yo creo que las imágenes son muy fuertes y narran mucho, pero la gente está acostumbrada a que las películas se basen más en el diálogo…

¿Usted cree que eso les impresionó?

Sí. Es difícil saber, pero todos quedaron muy conmovidos. Es una historia que no pasa tanto por la cabeza, sino que llega al corazón, impacta mucho.

A mí me gustó mucho la fotografía, que es de detalle y precisa, y narra cómo el viejo conoce el mundo a través de las manos y los pies. También me gustó mucho el sentido del humor. Es una cinta que tiene cosas muy graciosas: la primera vez que la nieta le dice que jueguen a la gallina ciega me hizo reír mucho. ¿El sentido del humor en la cinta es algo suyo?

Si, aunque creo que es algo muy colombiano también. A mi me parece que como vivimos una realidad tan dura, lo que nos salva es el sentido del humor. A uno acá le pasan unas cosas terribles y uno siempre le saca lo humorístico. El humor es lo que me salva a mí en la vida, porque la vida es difícil. A mí el humor me encanta y trato de ponerle humor a todo.

Lo que usted dice acerca de Colombia es verdad: tenemos la costumbre de ponerle humor a todo, pero en nuestro cine eso casi no se ve: somos muy dramáticos. En relación con su película: ¿qué preguntas le ha hecho la gente o qué comentarios le han parecido interesantes?

Pues, me han hecho muchas preguntas interesantes pero… me preguntan a veces qué significado tenían para mí ciertas imágenes, por ejemplo lo de la bifurcación de caminos, y es interesante porque me hacen preguntas más intelectuales: del por qué, qué metáfora y eso…

Pero esa no es la lógica suya.

No, mi lógica es muy…

Muy emotiva.

Sí, muy emotiva quizás. Sí, con la bifurcación por ejemplo, me parecía una manera visual de mostrar como Bernabé no podía ver las cosas, y luego están los paisajes: a mí los paisajes me fascinan. Tarkovski decía que si uno filmaba un paisaje que a uno le causaba emoción, al público también le iba a causar emoción. Yo me detenía a ver paisajes y me ponía a llorar de la emoción, y sí, esa es un poco mi lógica y fue interesante ver como la gente trata de descubrir si hay algo más intelectual o más racional. Luego alguien me preguntó si yo alguna vez iba a dirigir una escena de violencia, y me pareció una pregunta bien interesante porque yo lo primero que dije fue que a la gente también le había gustado la película porque no tiene sexo ni violencia. Entonces me preguntaron que, siendo Colombia un país con tanta violencia, si yo no iba a filmar algo de violencia. Sobre eso yo dije que la vida me parece muy difícil y yo trato de buscarle lo bonito y lo positivo y de mostrarlo, pero en ese momento todos empezaron a aplaudir y no me dejaron terminar, pero lo que yo iba a decir es que yo sí creo que en el futuro voy a hacer una película donde se toque el tema de la violencia. Ha habido cosas del país que me han impactado mucho como lo de la toma del Palacio de Justicia, eso está metido dentro de mí. Yo sí creo que algún día mostraré violencia en lo que hago, no porque sea algo que me interese mucho, sino porque hace parte de la realidad.

Porque usted está interesada en Colombia, ese es un tema inevitable.

Pero yo no quiero hacer una cosa en donde la violencia sea algo… ¿feo?… Bueno, todas las violencias son terribles, pero no quiero hacer algo así, quiero hacer algo individual, pero no sé cuándo lo haré.

Hay algo que sucede con el tema de la violencia que es parecido a lo de la droga: se establece una relación en la cual hay muy poca distancia, incluso en la gente que quiere hacer arte con ese tema, como le pasa un poco a Víctor Gaviria. Es muy interesante pensar en lo que haría alguien como usted que tiene una mirada tan poco violenta, que es un poco infantil, muy cálida y emotiva. Sería muy interesante ver cómo ve usted la violencia, seguramente vería otras cosas que uno no ve, que otros directores no muestran.

Pero por ejemplo la violencia en Rodrigo D no es una violencia…

No es tan obvia…

No es de sangre, así, espantosa, como uno se la podría imaginar. Es una estética muy diferente… Yo no sé cómo va a ser mi violencia en las películas.

Habrá que ver… Hay una secuencia de Rodrigo D. que a mí me gusta mucho ¿Recuerda aquella secuencia en la cual un par de punkeros empiezan a pelear con cuchillos? Me parece que son imágenes con mucho ritmo, son muy especiales…

Sí, Lalinde también fue el fotógrafo de Rodrigo D .

Claro.

Sí, la manera como mueve la cámara o al final, cuando él va a saltar…

Cuando se suicida tirándose.

Sí, se tira. No son esas imágenes, esas son unas imágenes en las que hay una violencia que es muy de verdad…

¿Y cómo fue conseguir el equipo de producción? Me han dicho que toda la gente trabajó gratis…

Sí. Yo creo que aceptaron por mi persistencia y por el guión, por ver que ya lo iba a realizar, pasara lo que pasara. También fueron las ganas que tiene la gente de hacer cine. Es obvio que ellos no lo hicieron porque fuera una tortura hacerlo, sino porque les gusta hacer cine y aquí no hay muchas posibilidades.

Y tuvo usted mucha suerte, Humberto Dorado, por ejemplo es un tipo muy talentoso.

Sí, yo quedé feliz con todos y todos se enamoraron de la película.

DEL CINE COLOMBIANO Y DE CÓMO SE LLEGA AL REINO DE LOS CIELOS

P: Usted estudió primero antropología, pero se pasó al cine, ¿porqué?

PC: Por dos motivos: primero conocí mucho de Colombia, sus pueblitos, las historias que le cuentan a uno los campesinos e indígenas, las mismas historias que a uno le pasan, unas aventuras buenísimas, y resulta que yo escribía mi tesis y publiqué varios artículos que no se leían, lo cual me parecía absurdo. Aunque estaba estudiando antropología, yo siempre estaba interesada en las historias de la gente, las mitologías, las historias de los fantasmas, eso me encantaba y decía: “Esto no se puede quedar sólo en unos artículos que nadie va a leer”. Yo quería hacer algo que le llegara a la gente y ese algo eran el cine y la televisión.

Pero, ¿por qué empezó estudiar Antropología en primer término?

Porque me gustaban las aventuras. Yo quería descubrir Colombia y después de seis años de antropología me di cuenta de que soy más guaquera que antropóloga, que me fascina el arte precolombino.

Usted estudió en la Universidad de Los Andes, ¿qué tal la antropología en esa universidad?

Eso fue hace bastante, pero me dio la base de lo que soy, aunque entonces era demasiado científica Por ejemplo, la tesis de grado tuve que escribirla en tercera persona yo no podía decir «Yo pienso” y eso fue para mí muy frustrante porque quería hacer algo más creativo, lo cual es la segunda razón por la que estudié cine: quería hacer algo creativo. Desde que tenía ocho años escribía, hacía poesía, pintaba, me gustaba hacer fotografía y el arte me gustaba mucho. De todas maneras, la antropología me dio una base académica fortísima y me permitió conocer a Colombia y acceder a un relativismo cultural, a no juzgar las cosas y a saber que todo es relativo. La antropología me enseñó también a conocer a la gente.

Le pregunté sobre la antropología porque Martha Rodríguez, la documentalista, empezó a estudiar Sociología y también tuvo la experiencia de aridez y de falta de contacto con la realidad colombiana, lo cual fue importante en la mirada que desarrolló: en su búsqueda, no de cosas abstractas sino de algo que estuviera en contacto con la realidad.

En Antropología uno no podía decir nada, a pesar de lo relativo, en cambio en el arte si yo digo que el cielo es verde, ¡el cielo es verde en el arte!

Usted obtuvo una beca Fulbright que le permitió estudiar cine. ¿Cómo fue ese proceso?

Cuando decidí estudiar cine me di cuenta de que lo mejor era ir a Estados Unidos. El día que recibí mi grado en antropología dije: “No voy a estudiar más, jamás vuelvo a la universidad”, me parecía muy arduo. Mi paso por la universidad había sido demasiado académico. Cuando decidí que quería estudia cine, me parecía que era algo en lo cual se combinaba todo lo que a mí me gustaba: escritura, pintura, fotografía. El cine tiene todo lo que me gusta, pero yo no sabía si servía y tenía un miedo terrible. Igual decidí intentar con lo de la beca a ver qué pasaba. En la Fulbright me habían dicho que pasar para estudiar cine era difícil, que era más fácil que me la dieran para antropología, pero yo estaba decidida a no estudiar nada más académico y escogí cine en la UCLA porque el programa era muy práctico, no había nada teórico. Yo no quería ninguna teoría más, inclusive yo llegué a la universidad casi sin saber leer ni escribir en inglés. Yo había dicho que no quería volver a estudiar y finalmente fueron seis años…

Muy largo…

Larguísimo, pero es que realmente para uno poder aprender las labores del cine ese tiempo es necesario: tuve que aprender a escribir, a usar la cámara, a hacer sonido, uno aprende a hacerlo todo. En esos años tomé sólo dos clases teóricas, todo lo demás era práctico, y para mí fue muy bueno. Otras personas van a esa universidad y sufren por la falta de teoría, pero yo no, yo había tenido un exceso de teoría y para mí fue perfecto. El proceso para lograr la beca fue muy largo y difícil, y duró más de un año: papeles, cartas de recomendación, exámenes y entrevistas, pero también fue una maravilla porque gracias a eso me pude ir. Si no hubiera sido por esa beca, yo no hubiera podido estudiar cine. Luego, cuando fui a Los Ángeles fue muy duro: primero por lo económico, que era muy difícil, ni siquiera tenía plata para ir a cine. Fueron tres años en los cuales lo único que hice fue trabajar todo el tiempo. Fue muy difícil para mí: no hablaba bien el inglés, no tenía experiencia técnica y, al principio, no me iba muy bien, no entendía nada. Yo sólo había cogido una vez una cámara, pero nada más. Fue muy duro, los primeros tres o cuatro años no los disfruté para nada. Quizá me torturaba a mí misma, pero nunca pensé en devolverme, yo me dije: “Ya empecé esto y si lo empecé, lo termino”, pero no lo disfruté. Fue muy pesado. Pasaba las noches en blanco, dormía dos o tres horas porque tenía que editar en la noche, me deprimí mucho también. Entonces no me gustaban los Estados Unidos. Ahora me gustan mucho pero porque hice un esfuerzo. El día en que me di cuenta de que había vivido mucho tiempo en los Ángeles y que viviría mucho más -mi esposo es gringo, pero gringo mexicano-, me dije: “Yo tengo que sacarle el gusto a Los Ángeles” y me puse a investigar mucho sobre la historia de la ciudad y de California y es una historia interesantísima porque es la historia de las misiones españolas, es una ciudad que tiene seis millones de hispanoparlantes. Empecé a buscar las cosas que más me gustan y así logré que me gustara la ciudad.

A propósito de su formación: ¿qué cineastas le gustan? ¿Qué influencias ha tenido?

A mí me gusta mucho ver a Colombia en el cine. Me encantó La estrategia del caracol, a mí el trabajo de Sergio Cabrera me gusta mucho, y él mismo me parece una persona excepcional, de una gran sensibilidad y su película también tiene mucho humor. El trabajo de Humberto Dorado también me gusta. Me parece que en Colombia hay unos genios, unos grandes talentos. Rodrigo Lalinde, por ejemplo, es un genio de verdad, por su fotografía y su sensibilidad. A mí me da un poco de tristeza porque pienso que acá hay muchos talentos desperdiciados, gente que podría estar en otros sitios con un desarrollo mucho más grande, claro que acá somos lo que somos por lo que somos: tenemos ese talento tan grande precisamente por nuestras dificultades. Por ejemplo Rodrigo Facundo, el director de arte en mi película, es una persona que…

Es un artista plástico, ¿él había hecho cine?

No, él no había hecho otros trabajos en cine, pero ha hecho pintura y escultura, y tiene una sensibilidad muy especial. Él y mi hermana, María Fernanda Cardoso, quien también es artista plástica, influyeron mucho sobre mí y mi película porque conocen la parte plástica, de las texturas. Esas imágenes, por ejemplo, en las cuales Bernabé va tocando todo, no fui yo sino ellos quienes pusieron ese sentido y fue a través de ellos que conocí el trabajo de Tarkovski, que me fascina. También el sentido del volumen. Como mi hermana es escultora, fue ella quien hizo el trabajo de arte de mi película anterior, Cartas al Niño Dios. Ese sentido de volumen ha hecho que explote más el medio del cine, también en el sentido plástico, visual, de texturas, de profundidad y que no sean sólo los diálogos los que cuenten la historia. Yo creo que si hubiera trabajado sola, teniendo como tengo, una formación más literaria, hubiera…

¿Hablado demasiado?

Sí.

¿Hace cuánto se fue usted de Colombia?

Nueve años, pero yo vengo mucho, y cuando hice la película, me había regresado con todas mis cajas porque no me gustaba Estados Unidos y no quería volver, pero cuando terminé de filmar la película, tenía unas deudas tan espantosas que me tuve que regresar y aceptar el trabajo que me habían ofrecido, porque aquí nunca hubiera podido pagar todo ese dinero. La vida es así. Pero ahora ya me gusta, aunque me costó mucho trabajo. Volviendo al cine colombiano, me gusta mucho la película Cóndores no entierran todos los días, de Francisco Norden, el trabajo de Víctor Gaviria me gusta mucho. La primera película colombiana que vi fue al comienzo de la universidad, una cinta de Camila Loboquerrero, Con su música a otra parte, y recuerdo la felicidad de poder ver en la pantalla gente como uno y de la edad de uno, de poder salir y ver que es mi misma luna, mis mismas calles… A mí me gusta mucho el cine colombiano, aunque no conozco tanto como quisiera, me gustaría venir a la Fundación Patrimonio Fílmico y ver películas de los cincuentas y sesentas…

Debería suscribirse a la Revista Kinetoscopio (Risas). Y desde lo que usted sabe, ¿cómo ve el cine colombiano? ¿Qué piensa del cine colombiano?

A mí me gusta mucho, me parece que hay que hacer más y que se vea más. Me parece que aquí la gente es muy crítica.

¿Con su propio trabajo? ¿Con el trabajo de los colombianos?

Sí, me ha parecido injusto, por ejemplo, lo poquito que se ha sacado en la prensa de Ilona llego con la lluvia. El esfuerzo que implica hacer una película en Colombia ya los haría merecedores a todos de una medalla de oro, me parece que se critica todo tanto y lo que pasa es que para hacer cine hay que cometer muchos errores… Yo no he visto Ilona, pero vi Edipo Alcalde y no es que me haya gustado mucho, pero me parece que hay qué hacer. En Estados Unidos se producen tres películas buenas al año porque se hacen quinientas al año, y hay que apoyar lo que se haga y aquí me parece que la gente critica demasiado. ¿Por qué critican tanto? Lo que hay que hacer es apoyar, dar el espacio para que uno se equivoque y para que experimente porque uno tiene que experimenta con… con la violencia, como es el caso de Edipo, o con lo que sea. Uno no puede hacer obras maestras en cada película… Además, a mí me parece muy difícil lo de los guiones de García Márquez porque son cosas muy literarias, difíciles de poner en la imagen, pero también es natural que se estén haciendo cine basado en su obra, porque es una literatura que le ha llegado mucho a la gente. Yo apoyo todo lo que se haga en cine colombiano. Bueno, la que sí odié fue La gente de La Universal, de Felipe Aljure, por eso de estar mostrando esa violencia… pero creo que eso también hay que hacerlo. Todos tienen que hacer cosas distintas, y mientras más se hagan, mejor. Yo preferiría no criticar nada, en general yo apoyo todo lo que se haga.

Yo, en cambio, pienso que la reflexión es importante y que si algo no nos gusta, es importante descubrir porqué no nos gusta, pero estoy de acuerdo en que se tienen que seguir haciendo cosas y que se tiene que motivar a la gente para que vaya a verlas. Cuando me preguntaban sobre Edipo alcalde decía: “Hay tres buenos motivos para que vaya, así que vaya, fórmese su opinión y después le doy la mía”.

Sí, por ejemplo con la película Águilas no cazan moscas: aquí toda la crítica dijo que Cabrera solamente usó película de la película anterior, pero eso es muy bueno: creativamente, por atreverse a experimentar con cosas que ya hizo antes, y por ser muy recursivo, por atreverse a usar ese material. Después de que hice mi primera película y vi lo difícil que es hacer cine, y cuánto cuesta poner un minuto en la pantalla, así sea malo, después de mi primer año de estudiar cine, pasé otros tres en los que no podía decir que algo era malo porque me quitaba el sombrero ante cualquier persona que pudiera hacer cine, especialmente los que trabajan sin recursos. Aunque usted tiene razón, también es muy importante la reflexión.

Claro, porque no podemos se tan folklóricos o chovinistas de decir que todo colombiano es maravilloso.

Sí, pero algo que yo aprecié mucho cuando estaba en la universidad es que allá le decían a uno: “Equivóquese”. Acá en Colombia, y no sé si lo digo por mi experiencia en la Universidad de Los Andes o si es algo general, a uno nunca le dicen: “Sí, usted se puede equivocar”. No, lo que dicen es: “Usted tiene que se perfecto”. Muy diferente a la posición gringa de “Equivóquese, atrévase, saque la cámara. ¿Le salió mal? No importa: cometa errores, experimente, mire a ver cómo le sale”. Eso es realmente muy bueno porque se experimenta y se cometen errores y de eso se aprende más, y no sólo se aprende sino que a veces los errores salen mejor de lo que uno cree. A mí, por ejemplo, me pasó en una escena de la película, una que a la gente le fascina que es donde están lo viejitos en la casa y son tomas muy cercanas de la cara de ellos. Esa escena me la dirigieron los actores, porque ellos estaban cansados de que yo no les hiciera primero planos. Yo había planeado una secuencia en donde todo en la secunecia es muy lejano, muy de campo, y ese día me hicieron huelga todos: el equipo técnico porque tuvimos muchos problema con una locación y la comida y el frío, hicieron huelga, formaron el “Sindicato de Trabajadores de Bernabé” y me dijeron que yo era terrible, que yo era espantosa, y ese día había que filmar esa escena y yo no tenia fuerzas. Entonces los actores me dijeron que les tenía que hacer primeros planos porque ellos estaban cansados de que sólo les sacaba planos medios, y yo estaba tan cansada y me sentía tan mal que accedí, y además dije que quería aprender y experimentar. Así que los dejé que dirigieran la escena y quedó divina. Y es dirigida por los dos actores: por Reynaldo Miravalles y Yolanda García.

Muy apropiada, esos planos tan cercanos son muy apropiados en ese momento tan íntimo.

Sí pero yo esa escena la odiaba y la quería volver a filmar y no pude por plata y fíjese que es una cosa que uno cree que es un error y resultó mejor.

En eso que usted dice hay algo que me gusta: su trabajo de dirección demuestra que el director es un puente entre los distintos participantes de la película, no tanto como el que dice: “Yo soy el que sabe y yo tengo las riendas del asunto”, sino como alguien que recoge de aquí y de allá. ¿O estoy equivocado?

Sí, a mí me parece que la mayor sabiduría de un director es saber escoger bien la gente para que luego se pueda sentar y ver como ellos hacen su trabajo, porque sí, por que ellos son los distintos talentos y los distintos genios. A mí me parece que lo más difícil está en saber escoger a la gente. Esta película no sería lo que es sin el fotógrafo Rodrigo Lalinde, sin las actuaciones de Florina y Reynaldo, sin el sonido de Lina Uribe, sin todos. En eso yo me demoro mucho, en escoger la gente, pero una vez que lo hago, los dejo hacer su trabajo.

DEL SUNDANCE INSTITUTE Y DEL CINE LATINO EN LOS ESTADOS UNIDOS 

P: Usted está en este momento trabajando para el Sundance Institute y está a cargo de un programa relacionado con el cine latinoamericano.Cuéntenos un poco sobre eso

PC: Sí, el Sundance es un instituto que promueve el cine independiente en Estados Unidos y ha tenido un programa chiquito de intercambio con América Latina, en el cual mi trabajo consiste en buscar películas para mostrar en el Festival, organizar talleres de guión y de productores tanto en Estados Unidos como en América Latina. Empecé a trabajar en el Sundance precisamente porque en mis tres o cuatro primeros años en los Estados Unidos, una de las cosas más duras fue que sólo me concentré en el cine y en la técnica gringa. Yo no tenía ningún contacto con América Latina. Fue entonces que vi como el Sundance tenía un programa de cine latinoamericano y me dije: «Yo tengo que trabajar allí para que me conecte la realidad latinoamericana con el cine”, lo cual el instituto ha hecho de una manera increíble. Para mí eran dos realidades separadas: la realidad latinoamericana y el cine, y ha sido a través de este trabajo en donde estuve cinco años (porque ahora lo voy a dejar: tengo que dedicarme a escribir y hacer más películas), en donde logré conectar a América Latina con el cine.

Usted ha estado en una posición privilegiada desde donde se puede mirar el cine de ambos mundos. ¿Qué opina? ¿Cómo ve el cine latino en Estados Unidos? Aquí se conocen sólo nombres como los de Robert Rodríguez o Ramón Menéndez…

Primero le voy a decir una cosita que he llegado a concluir: la única manera en que el cine latinoamericano se puede seguir haciendo es que sea comercial para que se venda y se compre acá, no allá.

¿Por qué? ¿Por qué allá no lo compran?

Sí, y porque es acá donde debemos comprarlo: somos nosotros quienes hablamos Español y realmente allá hay un campo muy pequeño. En Estados Unidos hay un espacio, y habrá una película acá y otra película allá, películas latinoamericanas a las que les vaya bien, pero los Estados Unidos es un país terriblemente parroquiano, y ellos ven todo en Inglés. Sí hay unas pocas películas, pero a Robert Rodríguez le ha ido bien porque es bueno de por sí, no porque sea latino. A mí la primera película de Robert Rodríguez me gustó mucho, la segunda no me gustó para nada…

El mariachi

El mariachi, sí, una película que me pareció muy tierna, muy…

Claro,” tiernísima”. ¿Cuántos muertos había en la cinta?

(Risas) Lo digo porque era como una caricatura, uno no tenía la sensación de que fuera violencia de verdad, quizás porque fue hecha con muy pocos recursos, en cambio la otra me pareció espantosa: me tuve que salir porque se veía la sangre, se veía todo. A él le ha ido bien porque le llega a la gente, quizás porque es cine de acción, no sé…

Tal vez porque es muy buen editor, capaz de darle un ritmo atractivo a las películas.

La triste conclusión a la que he llegado, precisamente por el trabajo del Sundance y porque el espacio que se ha logrado ha sido en festivales, es que se necesita de películas que sean comerciales, que se vendan, y yo no sé cómo vamos a hacer para que en América latina compremos nuestras propias películas, pero yo sinceramente veo, con la experiencia que he tenido, que esa es la única manera.

Hay un gran problema con las empresas que hacen distribución y exhibición en América Latina.

Y E¡en todas partes, porque también el cine de Hollywood domina el noventa por ciento de las pantallas del mundo y allá mismo en Estados Unidos es dificilísimo conseguir distribución para cine independiente, es un problema gigantesco que no sé cómo combatir, porque desde mi trabajo en el Sundance quería promover el cine latinoamericano, pero no siempre fue posible… Ahora que voy a dejar ese trabajo, voy a intentar hacer lo mismo con mi peliculita, voy a tratar que mi película se vea.

¿Qué nombres conoce de latinoamericanos que estén trabajando en Estados Unidos?

Hay muchos mexicanos, mexicanos de México que se han ido para allá y les está yendo muy bien, como Alfonso Arau, el de Como agua para chocolate, como Carlos Cuadrón, pero ellos están haciendo películas gringas. Hay un fotógrafo que me encanta que se llama Emmanuel Lubezki, un mexicano puro que ahora está trabajando en películas gringas. Yo espero que sea el fotógrafo de mi próxima película. Esos son los más grandes. De gente como Robert Rodríguez, latinos viviendo allá, también hay cositas aquí y allá, pero es muy poco.

Sí, es muy poco, y lo que hay es sobre todo de México y no de otras partes. Y de estas películas latinoamericanas que han sido afortunadas en la taquilla, digamos Como agua para chocolate ¿qué tanta ha sido la asistencia del gringo típico?

No tanto. Es que Estados Unidos es un país muy grande, pero estas películas de arte se distribuyen sólo en Nueva York y Los Ángeles, en sitios donde la gente es más educada y tiene otras perspectivas. En el centro del país no ven nada extranjero… Aunque las películas de Robert Rodríguez como de alguna manera ya son más… allá se dice mainstream, se ven en todas partes y es porque desafortunadamente la violencia atrae a todo el mundo.

DE LAS PELÍCULAS QUE HIZO PATRICIA CARDOSO

P: ¿Podría darmos su filmografía?

PC: Sí (Risas). Es chiquitica: es esta película de cincuenta minutos, es Cartas al Niño Dios, que dura doce minutos y es del 90, y una que hice antes que se llama El corredor de los sueños, eso es todo, todo…

No importa, eso es mucho más de lo que han hecho muchos “directores” de cine en Colombia ¿De qué se trata Cartas al Niño Dios?

Cuenta cómo es la Navidad en Colombia. Es la voz de una mujer adulta -obviamente yo – contando como era la Navidad en Colombia cuando era chiquita, porque en Estados Unidos la Navidad es muy distinta, con Papá Noel y todo eso, y yo contaba cómo el Niño Dios llegaba a mi casa… La película sucede en el espacio de los recuerdos de esa persona. No es una película estrictamente realista, sino la historia de dos niñitas que actúan y que no hablan. El filme está llevado por una voz en off que cuenta cómo era la Navidad en Colombia, cómo nosotros le mandábamos las cartas al Niño Dios que amábamos en bombas que tirábamos al cielo, contando cómo mi papá nos corregía la ortografía, una historia con mucho humor. Es la historia de tres Navidades, y en la película también cuento cómo aparecían los regalos al borde de la cama y cómo cuando uno se despertaba ahí estaban y cómo trataba uno de quedarse despierto para descubrir al Niño Dios y no lo lograba y luego, al final, cómo uno descubre que el Niño Dios son los papas y cómo eso fue la cosa más trágica del mundo.

DE LAS PELÍCULAS QUE SUEÑA PATRICIA CARDOSO: MILKYWAY DREAMLAND

P: ¿Cómo se llama la película que está preparando?

PC: Se llama Milkyway Dreamland.

¿Y de qué se trata su nueva película?

Hasta ahora sólo he escrito un primer borrador del guión y es ahora que lo voy a empezar a escribir en serio, porque antes lo hice en tiempitos robados. La película es un poco la historia de una colombiana en los Ángeles, de alguna manera es un poco como el American Dream pero diferente, porque los Milkyway son unos chocolates que, cuando yo era chiquita, acá en Colombia era dificilísimo de conseguir y a mí me fascinaban, y cuando era niña, yo le decía a mi papá que quería ir al país de los Milkyway. Sí, eso era rarísimo, mi papá conseguía un chocolate al año y lo escondía en su closet y yo me la pasaba buscándolo y luego lo miraba y lo miraba y luego él un día lo abría y lo partía en tres pedazos: uno para mi hermana, otro para él y otro para mí. La relación con mi papá ha sido siempre muy especial y también con mi hermana. Así que esto toca un poco esa parte afectiva que yo no creo que pudiera racionalizar muy bien, es algo que tiene que ver con mi papá, con mi hermana y con mi infancia. De esta película, cuando empecé decía que es la historia de una colombiana en Los Ángeles y ahora digo que es la historia de una mujer tratando de buscar amor en Los Ángeles y no lo encuentra. Los Ángeles es una ciudad muy estéril, de gente muy distante, aunque todos somos humanos y toda la gente quiere tener amor en la vida. Sí, de eso se trata la película.

Eso está muy bien. Por lo menos el título es bellísimo. Bueno, y los recursos ¿cómo va a ser el asunto de la producción?

Tengo a…, el productor, que estaba antier en la presentación del Museo de Arte Moderno…

El rubio alto. ¿Con quiénes trabaja él?

Él trabaja para CB2000, una compañía francesa muy buena que produjo El piano, ellos hacen muy pocas películas, pero todas con los mejores directores y en este momento se la considera una de las mejores compañías del mundo. Esto ha sido rarísimo porque ellos me van a dar un poquito de plata para que yo pueda escribir…

¿Además?

Sí, porque yo llevo trabajando con él un año, desde antes del Oscar. Él vio mi película hace un año, le encantó y me dijo: “Mire, yo quiero trabajar con usted, quiero hacer su próxima película”. Yo soy muy escéptica porque he visto que en Estados Unidos, a todos mis compañeros de la universidad los llaman cantidades de productores y de estudios, pero nunca sale nada, así que entonces no le puse mucha atención, pero él insistió en serio. Él habla Español y Francés y tiene una sensibilidad muy especial y a él sí le gustó mi trabajo, él cree mucho en mí.

¿Él es norteamericano?

Sí, gringo de padres franceses. Yo estoy tratando de escribir desde hace un año, pero no he podido porque tengo que trabajar tiempo completo para vivir, no he podido escribir. Yo escribía un poquito acá, un poquito allá y él se ha dado cuenta de que yo necesitaba tiempo para escribir y trató de conseguir el dinero, lo cual es muy difícil porque ya con un guión se puede conseguir dinero, antes no, pero él logró convencer a los de CB2000 de que me dieran algo de plata para escribir, así que voy a dejar de trabajar en el Sundance a partir del mes entrante y hasta Enero, y voy a tener unos tres o cuatro meses para escribir.

¿El reino de los cielos es de 1994?

Yo la filmé en el 92 pero la terminé en el 95.

¿Se está presentando en otras partes?

Sí, dentro de dos semanas se presenta en el Festival de San Sebastián en España, en diciembre va para el de la Habana y se ha presentado en Alemania e Inglaterra, en todas partes, y me invitan, pero yo ya no puedo viajar más porque con tanta viajadera no puedo escribir.

*Por Julián David Correa. Publicado en la Revista Kinetoscopio N° 39. 1996

Página en internet de la Revista Kinetoscopio

Imagen: fotografía de la directora

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4 Responses to “Patricia Cardoso, ganadora de un Oscar”

  1. Ena del Pilar Quevedo dice:

    Comedidamente solicito a ustedes la posibilidad de contactarme con la cineasta y antropóloga Patricia Cardozo, bien sea remitiéndome su e-mail, dándole el mío o a través de celular: 3127308929. El interés es histórico-familiar y en torno a la película «El reino de los cielos»; me gustaría mucho intercambiar apreciaciones con ella. Gracias por la atención que brinden a esta solicitud.

  2. Buenas tardes

    Como asistentes de la Fundación America India, estamos interesados en contactar a la Cineasta Patricia Cardoso para que nos dicte un seminario para todas las Universidades de Santiago de Cali, si ustedes nos pueden dar los datos para contactarla o a sus asesores

    Muchas gracias
    Patricia Mezú Suárez
    pamesu2005@yahoo.com

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