Entrevista con Juan Antín en la Berlinale

Entrevista con Juan Antín en la Berlinale

MARCIANOS Y POLÍTICA, 

ENTREVISTA CON JUAN ANTíN, REALIZADOR DE «MERCANO EL MARCIANO»*

 

Había una vez un planeta rojo y un atardecer en que un hombrecillo verde llamado Mercano, era feliz. Mercano tenía amigos, una hermosa casa domo, una bella novia envidiada por todos. Mercano también tenía una mascota, y en aquel ocaso entre montañas carmín, Mercano llevó de paseo a su amiguito. Nada en el planeta podía ser hostil a la pareja, nada, pero desde un astro azul cayó sobre Mercano la desgracia… Bueno, no sobre Mercano: sobre su mascota que quedó hecha puré bajo el Voyager, bajo el explorador espacial de la NASA que sobre los restos del animalito repetía incesante: “Venimos en paz…”

Este accidente cambió para siempre la vida de Mercano: en medio de la furia se embarcó en su platillo volador y salió hacia la tierra en busca de venganza. Una venganza imposible: en el camino la nave se descompuso y Mercano terminó aterrizando en un país latinoamericano, en Argentina, entre indigentes demolidos, rateros al acecho y una clase media y alta que prefiere cerrar los ojos ante los limosneros y los marcianos varados.

Mercano el marciano, del argentino Juan Antín, fue una de las más interesantes novedades latinoamericanas que se presentaron en el 53º.  Festival de Cine de Berlín. Un largometraje de animación, sobre un marciano que por accidente llega a la Argentina, y de quien su nostalgia es explotada por mercaderes globalizados, por empresarios que venden sus fantasías en universos virtuales. El de Mercano es un argumento no muy lejano de la realidad: todos los festivales de cine, para sólo poner un ejemplo, son también grandes mercados de sentimientos. Así sucede en Cannes y en Venecia y en muchos otros encuentros, pero en la Berlinale de 2003 (a pesar de su vocación de gran vitrina) hay también un espacio para cintas difícilmente mercadeables, para filmes sin grandes presupuestos, para largometrajes como una animación de la Argentina en crisis económica, animación que crea una historia capaz de burlarse de las crisis y de los mundos virtuales construidos para el consumo. En Berlín, en medio del fasto, hay una muestra no competitiva que se llama el Internationales Forum des Jungen Films (el Foro internacional del nuevo cine). Esta muestra incluye obras de gente joven y de pequeñas productoras que no pueden subtitular en alemán. Los curadores de esta muestra son un grupo de personas especializadas en distintas cinematografías del mundo, gente que escoge lo que encuentra de más renovador en distintos continentes. En la Berlinale, la oficina del Forum es muy pequeña y siempre hay gente joven de todo el mundo, y nunca falta el café.

En la sala y oficina del Forum me he puesto cita con Juan Antín, un hombre de un poco más de treinta años, de ojos claros y sonrisa frecuente, un tipo flaco y sonriente, que dirigió y ahora presenta en Berlín a su Mercano el marciano.

P: Juan Antín, ¿cuál ha sido tu vínculo con el audiovisual? ¿Estudiaste cine?

R: No del todo… Yo estudié Ciencia de la Computación en la Universidad de Buenos Aires, luego Animación en la escuela de cine de Avellaneda y Animación 3D en Montreal con Softimage.

Esa fue tu formación académica, pero estéticamente habrás tenido influencias, ¿cuáles han sido tus referencias?

Muchos: la animación de Artman (Inglaterra) y Bill Pynton (Estados Unidos), pero también Los Simpson y South Park. Para mí ha sido muy importante el trabajo de los checos y de la gente de Europa del Este (Meyer, entre otros.)… Y claro, también la animación independiente como la de los hermanos Quaid (Inglaterra).

¿Y han sido importantes para ti los japoneses?

¡Claro que sí! Miyasaki, que es un dios –dice, agitando las manos -, y también Otomo, aunque no idealizo todo el anime japonés. En ese país se produce tanto que hay también mucha basura.

Después de ver tu filme, uno se sorprende y emociona, y se pregunta si existe un cine de animación en Argentina

Hay mucha animación, pero sólo cortos. Se trata de un trabajo costoso y que no interesa a mucha gente que quiere hacer cine. Yo mismo organizo una muestra de animación que va en los bares, y sólo recibimos cortos (algunos muy buenos). Yo pienso que en este momento no hay ningún otro largometraje de animación.

Bueno, pero si la animación en Argentina existe poco y no es negocio, ¿a qué te dedicas normalmente?

Desde hace un tiempo trabajo en la Universidad del Cine como profesor de animación en 3D. Estos cursos han sido muy importantes para mí de distintas maneras, incluso se dio que muchos de mis alumnos trabajaron en la película… Y eso no está mal: en la Universidad del Cine se cree en la producción como un camino de aprendizaje.

En Colombia hemos escuchado mucho sobre la Universidad del Cine, pero todo fragmentado. Cuéntanos sobre la Universidad.

La Universidad del Cine se creó hace diez años por mi padre[1] y por otros realizadores y cinéfilos (mi viejo aún es el Rector) . En los años 60´s y 70´s, mi papá fue director de unos nueve largometrajes. Después de la Junta Militar, cuando finalmente llegó el primer gobierno democrático, el gobierno de Alfonsín, mi papá fue nombrado Director del INCA. Después de Alfonsín mi viejo se retiró y fundó con otros la Universidad. De la Universidad del Cine está saliendo la nueva generación de realizadores argentinos: Pablo Trapero (Mundo grúa, 1999) y Bruno Stagnaro (Pizza, Birra y Fasso, 1998), entre otros. En la Universidad se han producido más de 500 cortos en 35mm. y 26 en video, y se han podido realizar cuatro largometrajes: Moebius (Gustavo Mosquera, 1996), Mala época (Mariano De Rosa y Rodrigo Moreno, 1998), Sólo por hoy (Ariel Rotter, 2000) y Mercano el marciano.

Sin ninguna duda y a pesar de la crisis, el cine Argentino continúa lleno de propuestas. En las distintas muestras del Festival de Berlín, se vieron trabajos de Argentina que demostraron el valor de un cine vivo y sostenido por la fuerza del talento: Kamchatka y En ausencia son dos buenos ejemplos. En la competencia central se presentó Kamchatka, el último filme del muy conocido Marcelo Piñeiro, un largometraje sobre los primeros días de la Junta Militar y de la persecución que generó. Una historia narrada a partir de la fuga de una familia (cuyos padres están interpretados por Cecilia Roth y Ricardo Darín), una familia que cambia sus nombres y se refugia en una casa de campo. De nuevo se trata de un filme sobre la violencia de los militares en Argentina, pero en este caso, con una cinta sin gota de sangre y sin gritos, una historia narrada a partir de un mundo cotidiano en un contexto fuera de lo ordinario.

El filme ganador de la muestra internacional de cortos fue argentino: En ausencia (Lucía Cedrón, 15min. 2002). En ausencia muestra a Marie en un baño esperando el resultado de una prueba de embarazo. Durante la espera, la mente de Marie empieza a viajar hacia sus ultimas horas en Argentina: la experiencia de la amenaza y la violencia, junto con las primeras impresiones de un exilio en el extranjero, que se entremezclan con las esperanzas en la nueva vida que empieza a crecer. Un cortometraje que conmovió al jurado y al público en cada presentación, y que de nuevo muestra la violencia de la Junta Militar en un tono sutil. La historia de En ausencia está basada en la vida de su directora, quien durante varios lustros estuvo exilada en Paris, un lugar hasta donde en 1980 llegaron los asesinos de su padre (el cineasta Jorge Cedrón), uno de tantos argentinos alcanzado por un plan de exterminio que rebasó las fronteras de su país.

Como Juan Antín, la bella Lucía Cedrón es un ser cálido y comprometido con la creación. Como Antín, Lucía Cedrón es hija de cineasta y su trabajo está lleno de talento y humanidad. Para Lucía Cedrón como para Juan Antín, su obra más independiente tuvo que superar dificultades económicas y de distribución, aunque en nuestras charlas ninguno de los dos hacen aspavientos con los obstáculos que tuvieron que superar. En el caso de Antín, se va revelando que es un hombre tranquilo y reflexivo, un tipo que no parece necesitar más gloria que la de hacer lo que le gusta.

Juan, ¿cómo pudiste realizar Mercano?

Fue muy difícil, y si lo logramos es porque los realizadores de Mercano somos toderos. Este es,  ante todo, un trabajo de equipo. Te voy a contar quiénes fuimos: Ayar Blasco (Arte y Animación), María Hellemeyer (Color y Pinturas), Maxi Balbo (Animación 3D), Salvador Sanz (Fondos), y yo, que hice la Dirección y el Guión. Yo antes ya había hecho algunos cortos, varios sobre Mercano, aunque en el largo no fui tan feliz, el paso del corto al largo me representó una actividad que más parecía trabajo de oficina: coordinación de equipos y trabajo de escritorio.

¿Cómo nació Mercano?

Mercano empezó como un separador de videoclips en Much Music, un canal de videoclips canadiense del que en Argentina hay una franquicia. En dos años de trabajo despreocupado, sobre Mercano hicimos 50 cortos de dos minutos, todo con Ayar Blasco. Mercano era un marciano de ojos ingenuos que venía a la tierra a vengar la muerte de su mascota y por error cayó en Argentina. Por error, porque los responsables de la muerte del bicho fueron los de la NASA de los Estados Unidos: al animalito lo aplastó el Voyager. El marciano con la nave descompuesta cae en Argentina y varado, y sin trabajo, es un marginal más que a nadie le importa. Mercano mira la Argentina sin emitir juicios, los juicios están en el espectador. Mercano nos muestra lo que para nosotros es cotidiano, y su mirada sin juicios nos demuestra que la vida diaria en Argentina es absurda.

El absurdo no sólo pasa en Argentina, también se da en toda América: lo que para nosotros es cotidiano, se puede convertir en el origen del realismo mágico y de los mercanos marcianos.

Es verdad – sonríe y piensa un poco en lo que hemos dicho, luego regresa a la primera época de su marciano -… Todos nos divertimos haciendo a Mercano, aunque somos concientes de lo crítico que puede ser. Ya desde los cortos el trabajo era como un juego, y todos fingíamos las voces y la pasábamos bien, y en el fondo sentíamos que decíamos algo que era verdad. Con todo ese trabajo para la televisión, durante esos meses fue surgiendo de manera natural el largometraje. Nos encontramos con que queríamos contar una historia más larga. Estábamos bien preparados para el personaje y para el mundo que lo rodeaba.

A Juan Antín, a Mercano y a su equipo, la preproducción los cogió en un momento de aparente prosperidad en Argentina, pero la filmación, la producción de Mercano se desarrolló en medio de la crisis económica. ¿Cómo pudieron realizarlo?

Mucho de lo que pensamos para Mercano parecía exagerado para la Argentina y apenas lógico para otros países del continente: la imagen de los mendigos durmiendo o haciendo filas frente a los bancos, por ejemplo. Después de un tiempo de estar haciendo la animación en computador nos cayó la crisis, y ahí vimos las multitudes ante los bancos y que no estábamos del todo equivocados. El problema que apareció en ese momento de quiebra era el de llevar nuestra animación a cine. Habíamos trabajado en los computadores, pero ¿cómo íbamos a hacer ahora? Teníamos que terminar la película en 35mm. y sin dólares, así que aprovechamos lo que teníamos cerca.

Tú hablaste de esa experiencia ante el público del festival y los sorprendiste. Para el cine del primer mundo parece absurdo lo que tú y tu equipo pudieron hacer.

Sí, en el festival se sorprendieron cuando les conté que ante la pobreza lo que hicimos fue usar equipos viejos y poner una cámara de 35m.m. frente a la pantalla del computador para que filmara la animación, una cosa que así contada suena muy artesanal… pero en realidad fue algo que pensamos bastante: partimos de la idea de que el ojo es básicamente una cámara, y que si el ojo veía bien en el PC se podía lograr que se viera bien a través de una cámara de 35m.m. Utilizamos una vieja cámara de animación fotografiando el monitor, pero para lograrlo tuvimos que experimentar mucho y desarrollar tecnología. Lo que buscamos en una primera etapa, a lo largo de muchos experimentos, fue estabilizar el barrido del monitor: eliminar el “flickeo”, y tras pruebas de óptica, nos dimos cuenta que el límite de registro en cine de un monitor estaba alrededor de los dos segundos. Para todo este experimento aprovechamos una cámara Michell de los 50´s para animación, una cámara que estaba unida a su mesa y totalmente desaprovechada. Para hacer útil la cámara y a consecuencia de nuestros experimentos desarrollamos un software y un interfase que controlaba la obturación de la cámara.

¿Ese programa tiene un nombre?

¡Claro: Mercano 1.0.! – exclama orgulloso -, pero desde entonces hemos seguido trabajando en el programa y ya vamos en la versión Mercano 1.5.

¿Quién diseño ese software?

Yo hice un diseño inicial, pero fue el resultado de un trabajo de grupo que incluyó a un ingeniero electrónico que diseñó la interfase, de un programador para el software, de un fotógrafo y un físico óptico. En realidad no es que nosotros hubiéramos buscado al equipo de diseño, sino que el equipo lo hicimos nosotros mismos. Sólo el ingeniero electrónico no era parte del grupo de animación original. Nosotros hemos seguido trabajando con este programa: acabamos de hacer un videoclip de animación para Cerati, registrado originalmente en MiniDV y pasado a cine de 35m.m.

¿Qué tipo de animación digital usaron en la historia de Mercano?

En nuestra película usamos distintas formas de animación: Flash (Mercano es la primera película que usa Flash como herramienta), animación 2D y 3D. Un poco de todo, nosotros decimos que con Mercano lo que hicimos fue animación 2½D –bromea.

¿Y qué significó el paso de lo analógico a lo digital? No es lo mismo la calidad de una y otra imagen. ¿El programa completaba la imagen digital para el registro analógico?

Claro, esa fue una necesidad y es una ventaja del programa. Lo analógico necesita de una homogenización de lo digital, y ese fue uno de los retos del programa. Desde el comienzo lo pudimos hacer, pero en nuestra última versión, en el Mercano 1.5. hay una mayor interpolación de la imagen, con lo cual se gana resolución, se realza la imagen.

Cuando tú mencionaste toda esta historia del software y el blow up en el estreno del largo en Berlín, la mayoría del público se sorprendió y lo pensó una broma. Dijiste algo parecido a: “…Como no teníamos dinero para un blow up del computador al 35m.m., encontramos la manera de hacerlo filmando de la pantalla del computador”. Dijiste algo así, y los alemanes y mucho del público se rió y se sorprendió sin saber si lo que decías era serio… pero la verdad es que es muy serio y posible, y ya se ha demostrado que funciona, aunque en Europa parece que no lo necesitan. ¿Has pensado en una comercialización del programa y del procedimiento?

Por supuesto, en este momento en Argentina requerimos capital para producir, y esta es una manera de reunir dinero para nuevos proyectos. Ahora podemos subir un largo en 10 días desde Betacam y formatos digitales. Estamos ofreciendo el servicio más barato del mercado. A muchos en otros países les ha interesado nuestro trabajo y sus posibilidades, de hecho a Kodak le ha interesado mucho nuestra labor y ahora tienen un artículo en Internet[2]

Pero bueno, y además de esta labor “tecnológica” y de mercadeo, ¿qué más haces? ¿Escribes?

Sí, escribo algo, pero sólo guiones. Ahora pienso mucho en lo que nos ofrece la tecnología: trabajo en proyectos que empiezan con lo digital en conexión con la red, como las cámaras de Internet. Una película que salga directamente del PC. Ahora me emociona mucho lo que puede lograrse con estas nuevas tecnologías: pienso que es una verdadera democratización de la creación audiovisual, una revolución basada en las cámaras hogareñas. Sobre la red, yo creo que Internet será la herramienta primera para verlo todo, para acceder a todo el entretenimiento. ¿Cuánto tiempo se puede estar ante una película sin tener ganas de clickear? El zapping en la tele es la primera herramienta de la interactividad… pero además de escribir me interesa la música: tenemos una pequeña banda con la que hicimos el sonido y parte de la música de Mercano.

¿Y cuál fue el balance de Mercano en el mercado argentino? ¿Llegó a las salas de cine?

Sí llegó, aunque no le fue muy bien: se puso en octubre del 2002. Aunque estuvo nueve semanas, en realidad no fue bien aprovechado: los exhibidores lo pusieron sólo de día.

¿Pensaban que era un filme para niños?

Sí, claro. Los comerciantes en Argentina son muy cuadriculados… como los de todo el mundo, probablemente. Después de pensar lo que pasó con los distribuidores y exhibidores, todos los del grupo creemos que hubiera estado bien que a Mercano le hubiera caído la censura para que fuera claro que no era una película para niños.

… Bueno, ya tiene bastante violencia y humor negro, sólo falta que le hubieran metido algunas secuencias de sexo.

Sí, es cierto, sólo faltaba sexo, porque violencia ya había bastante. En general a Mercano lo vieron niños con sus padres y algunos pocos jóvenes. Ahora esperamos que Mercano se reponga, después de tanta acogida en el extranjero.

Es cierto que les ha ido muy bien, ¿en dónde se ha presentado?

Bastante en Europa: la película ganó en Sitges (España) el premio del público, ganó el premio especial del jurado en Annecy (Francia), y estuvo en San Sebastián en donde fue el primer filme de animación seleccionado para competencia en toda la historia del festival, lo cual para nosotros ya es un premio. Mercano estuvo en La Habana y en varios festivales de animación: en un festival de nuevas tecnologías de animación que se llama Future Film Festival (en Bolonia, Italia), en Anima2003 (Bruselas, Bélgica), en Cinanima (Portugal), también en Les Nuits Magiques (Francia). Después la película va para el Festival Latino de Los Ángeles y de Chicago, y para Corea y Cape Town.

El éxito en un largometraje haría suponer que es posible hacer nuevos proyectos… Aunque en este festival alguien te preguntó si después de Mercano ibas a hacer cine “de verdad”.

Es cierto, es terrible y casi un lugar común. Todo el mundo piensa que el cortometraje y la animación son géneros menores.

Como si el cine fuera una sola cosa. ¿Tienes proyectos nuevos?

Algunas ideas. Lo que te contaba del Internet, pero además he pensado que me gustaría hacer una película sobre la verdadera historia de la colonización de América. Algo como El Dorado de Dreamworks, pero nada Hollywood, una verdadera historia, basada en Crónicas de Indias. Estando en La Habana leí una crónica de sacerdotes donde hablaban de la festiva bienvenida que se le dio a los conquistadores españoles, y la cena que los indios les ofrecieron y como luego, ya pipones de tanto comer, uno de los españoles sacó la espada y mató a un indio, y luego siguieron otros españoles y aquello fue una masacre.  Cuando le preguntaron al español porqué había empezado la matanza, dijo: “Es que tanta hospitalidad es como para matarlos”.

Una imagen muy como de Mercano… Ojalá puedas hacer algo así. Viendo tu película, yo pensaba que tiene sentido el que funcione para distintas épocas e internacionalmente. La historia de Mercano resulta muy universal en este mundo de progresivo consumo globalizado, tiene algo de fábula simple, casi adolescente, pero sazonada con mucho humor negro. En realidad, la cinta parece resultado de la crisis, es un filme muy pertinente después de la crisis argentina.

Lo es, pero Mercano fue un filme precrisis. Claro, ya nosotros intuíamos lo que se nos venía: mirábamos con duda lo que pasaba alrededor, mientras la mayoría de las personas estaban felices con la paridad del peso argentino con el dólar, y todos llevaban tarjetas de crédito y se sentían parte del primer mundo, como en el shopping virtual de nuestra película… Al final, nos dimos cuenta que efectivamente se trataba de algo virtual: los capitales se fueron y mientras, Ménem lo había privatizado todo para poder pagar el gasto público. No nos quedó nada. Ahora tenemos a Dualde, que realmente es un gobierno de facto. Dualde coordinó la caída de Arruba, después que él había perdido las elecciones y aprovechó la oportunidad para tomarse el gobierno.

Bueno, ya entramos en política, que finalmente también es parte de Mercano… ¿Tú crees que Ménem podría volver a ser elegido presidente?

Pero claro, la memoria es corta. En Argentina todo es posible. Yo escucho a gente que dice: “¡Pero con Ménem estábamos mejor!”… Qué poco análisis. Creen que había más bienestar porque todo se compraba y vendía.

¿Y a Juan Antín le interesa la política?

No, no me interesa, pero me preocupa. Yo en política no quisiera participar, yo soy un comunicador, lo mío es comunicar. No soy lo suficientemente responsable como para meterme en política.

¿No eres lo bastante adulto?

Exacto – responde con una risa feliz.

*Por: Julián David Correa, publicado como parte del balance del 53º Internationale Filmfestspiele Berlin

en la Revista Kinetoscopio

Página de la Revista Kinetoscopio en internet

Página de la Berlinale en internet

Imagen: fotograma de la película


[1] Manuel Antín es el padre de Juan Antín.

[2]El artículo sobre este procedimiento de paso de video a cine puede encontrarse en la página web de Kodak.

 

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