En el año de su publicación (2002) el Financial Times dijo de esta novela: “Una impresionante proeza de la imaginación y seguramente el mejor libro que ha escrito Auster” (la cita está en la contraportada de la edición de bolsillo). Y es verdad que en cada página se ve a la imaginación haciendo proezas: un profesor pierde a su familia en un accidente de avión y por eso quiere morir alcoholizado, pero redescubre la risa en el cine de un cómico del período mudo y empieza a escribir un libro sobre sus filmes, lo que le dará nuevos motivos para vivir. Una vez publicado el libro, una mujer buscará al profesor y le revelará la verdad sobre el actor que desapareció en los veintes: está vivo, ha cambiado de nombre varias veces y sus desventuras son todavía más trágicas y elaboradas que las del protagonista. Las peripecias del artista incluyen: tres amores prohibidos, una bala en un ojo, otra en un pulmón, prostitución, redención con cine y esposa millonaria incluida, y una gran quema final de películas con varios muertos alrededor. La imaginación hace proezas y Auster se esfuerza todo el tiempo porque tanta proeza suene creíble: todo tiene una explicación y la profusión de hechos y explicaciones se agolpan párrafo tras párrafo sin que el lector haya hecho ninguna pregunta. Es una lástima que en ningún rincón de esta novela hay espacio para las preguntas.
Imagen: sección de la portada del libro en la edición de Anagrama
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