Diez años de la Ley de Cine en Colombia.

Diez años de la Ley de Cine en Colombia.

10 AÑOS DE LA LEY DE CINE EN COLOMBIA:

EL COMIENZO DE UN CAMINO

Por:

JULIÁN DAVID CORREA R.*

 

En una esquina del Parque Nacional de Bogotá, hay una casa de ladrillo y alto muro con jardín elevado. La casa ha tenido varios nombres desde que su propietario la vendió a algún gobierno: Focine, bodega del Ministerio de Comunicaciones, Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura, Proimágenes en Movimiento, Proimágenes Colombia y hoy, Casa del Cine. Casa del Cine es un bonito nombre. En 1997, la Casa del Cine sólo tenía muebles viejos, orines de gato y libros de cine colombiano que nunca se distribuyeron. Al final de ese año, tras la promulgación de la Ley de Cultura (397 de 1997), la bodega pasó al recién fundado Ministerio de Cultura. En diciembre, la grande y recovecuda casa tenía un claro entre los chécheres, un espacio donde una persona trabajaba, un cinematografista y pensador que reclutaba a su equipo y que concebía el camino de leyes y números que cambiará de manera radical el cine colombiano: Felipe Aljure.

La Ley de Cine (814 de 2003) es el resultado de un proceso que se fortaleció en esa casa y que se inició en los hogares de quienes gestaron la Ley de Cultura. Esa primera norma que revolucionó las políticas públicas en arte y cultura, incluía en su borrador varios artículos dedicados al cine. En las negociaciones con el Senado esos numerales desaparecieron, pero lo que allí se escribió junto con el texto que logró aprobarse, fue la semilla de la Ley de Cine.

En 15 años de apoyo estatal al cine, han sido tantos los hechos que el tema se ha vuelto largo y complejo, así que hagamos un resumen que haga pausa en la Ley de Cine, hagamos una especie de “fast forward” para despertar la curiosidad: En 1997 se aprueba la Ley de Cultura que funda el Ministerio de Cultura, y dentro del mismo se crean doce direcciones que incluyen la Dirección de Cinematografía. La Ley de Cultura incluye entre sus artículos la obligación de dar forma a un fondo mixto para el estímulo al desarrollo cinematográfico. Felipe Aljure y su primer equipo diseñan la Dirección de Cine, las convocatorias, los programas de formación, y dan inicio al Fondo Mixto Proimágenes en Movimiento, que desde su fundación en 1998 dirige la elegante e incansable Claudia Triana. Felipe, Claudia y sus equipos conciben a Proimágenes como una institución mixta (con recursos públicos y privados) en cuya Junta Directiva tienen asiento los grandes actores del sector de la cultura y la industria cinematográfica: ministerios, universidades, exhibidores, etc. Mientras las instituciones hermanas (Dirección de Cine y Proimágenes) trabajan en diversos programas, tienen como su gran meta la creación de la Ley de Cine, tarea que se hace posible gracias a que en la Junta Directiva de Proimágenes están todos quienes deben participar en su construcción. Felipe se retira del Ministerio, un poco hastiado de firmar papelitos y con muchas ganas de coger una cámara, a la cabeza de la Dirección entra Sylvia Amaya, una mujer llena fuerza y belleza, que insufló nuevas energías al proceso. Con ellos y después de ellos vinieron muchos otros. En 2003 se logra la aprobación de la Ley de Cine que genera tres formas para financiar el desarrollo audiovisual de Colombia: la titularización de películas, las exenciones en el impuesto a la renta para inversionistas y un fondo parafiscal financiado por toda la cadena productiva del sector cinematográfico: el FDC (Fondo para el Desarrollo Cinematográfico), que administra el CNACC. CNACC es el acrónimo de Consejo Nacional para las Artes y la Cultura en Cinematografía, un grupo integrado por delegados del gobierno y por representantes del sector audiovisual que sus pares eligen para trabajar por períodos de dos años… Muchos datos, hay que tomar aliento.

…Y tras tomar aliento y elipsis, lo que viene es la aparente obviedad de los números: en 10 años, el FDC entregó unos 90 mil millones de pesos en estímulos, que entre otros resultados tuvieron la realización de un centenar de largometrajes nacionales. El dinero anual del FDC pasó de un poco más de 3 mil millones en el primer año, a 20 mil millones en 2013. Gracias a las exenciones tributarias de la Ley de Cine, los inversionistas privados aportaron a la creación audiovisual 107 mil millones, y las pantallas de cine pasaron de 293 en 2004 a 689 en 2012, proliferación de salas que tuvo como consecuencia la duplicación de la venta de boletería: de menos de 20 millones, se pasó a más de 40 millones de espectadores anuales. Colombia se convirtió en el cuarto productor de cine de Latinoamérica, y el cine se está convirtiendo en un punto de referencia en la economía del país (en una economía que se pregunta por la innovación): hoy el cine aporta 600.000 millones de pesos anuales al PIB. El cine, que antes de 1997 era un tema ignorado o incomprendido, se insertó en las lógicas del Estado colombiano hasta tal punto que en la última reforma tributaria, el gobierno subió de 125% a 165% la deducción de impuesto a la renta para inversionistas en cine nacional, y ese mismo año se aprobó la segunda Ley de Cine (1556 de 2012), norma que creó un nuevo fondo con recursos por 25 mil millones de pesos anuales que buscan estimular los rodajes en el territorio nacional.

Ya se sabe que sólo una minoría de los cinematografistas y cinéfilos gustan de los números, y que es un grupo aún menor el que quiere pasar dilatadas horas en medio de políticos, economistas y abogados, negociando y engarzando palabras en un articulado. A pocos les gusta, pero a todos nos afecta. El cambio en el audiovisual colombiano es radical, y se debe a las largas gestiones de los que amando la belleza, no han tenido miedo ni modorra para concertar leyes y para revelar las múltiples facetas del cine: un bien que siendo feria, arte y patrimonio, también es el pan de muchos.

La década de la Ley de Cine ha coincidido con todo tipo de cambios: la convergencia de ventanas y sus narrativas transmedia, la proliferación de las encogidas cámaras HD y las salas de edición que se doblan y caben en un morral, y que de paso se conectan a Internet para tener acceso inmediato a la información y a la exhibición audiovisual. Han sido tantos los cambios, que se olvida la situación del cine nacional hace 15 años, antes de la Ley de Cultura y la Ley de Cine. La transformación es grande, pero la tarea no ha concluido (ni puede concluir en un mundo de tecnologías, estéticas y relatos cambiantes).

No es que hoy falte todo por hacer, pero nos falta. Felipe Aljure ha vuelto a estrenar películas, Sylvia Amaya sirve a Colombia en otro país, Claudia Triana continúa en Proimágenes, pero desde todos los lugares donde estén, los fundadores, gestores y dolientes de estas normas seguimos impulsando su constante encuentro con realidades audiovisuales que cambian de día en día y de barrio en barrio. La Casa del Cine sigue en su esquina, pero todo lo demás ha cambiado. Hace 15 años, todo el apoyo del Estado al cine colombiano era “dos escritorios y un Navarro”. Hoy nos sentimos muy orgullosos de lo que hemos logrado, pero no estamos satisfechos: mucho de nuestro cine nos defrauda y alguno francamente nos horroriza, casi todas las 689 pantallas pasan al tiempo las mismas 12 películas, el cine nacional no recupera su inversión en taquilla, no vemos el cine de nuestros vecinos ni ellos ven el nuestro, los estupendos cortometrajes y documentales siguen siendo los niños genios que pasan por invisibles, los audiovisuales alternativos y comunitarios se levantan en los barrios sin que estas normas los respalden… en fin, que no olvidamos que las leyes se apoyan en números pero sabemos que las leyes de cultura se hacen para defender la expresión y el patrimonio. No está todo por hacer, pero falta mucho, y mucho no será suficiente porque las imágenes en movimiento hoy se mueven más rápido y surgen con una abundancia mayor a la que han tenido en sus 115 años de historia.

La Ley de Cine es parte de un proceso. Harán falta nuevas normas y nuevas instituciones, y habrá otros realizadores que dejen por un rato la cámara y escritores que por un tiempo redacten presupuestos y leyes. El camino hacia una cinematografía propia y diversa ha comenzado, y son tantos los que recorremos ese camino que ya nadie podrá detenernos.


* Julián David Correa Restrepo hizo parte del primer equipo de la Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura.

Publicado en el catálogo del 11 Festival de Cine Colombiano de Medellín:

10 AÑOS DE LA LEY DE CINE, EN:

11o. FESTIVAL DE CINE COLOMBIANO DE MEDELLÍN

Imagen: afiche del 11o. Festival de Cine Colombiano de Medellín:

.

¡Comparta su viaje! ¡Comparta su lectura!

Espacio para sus opiniones

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *