Se estrenó Steve Jobs de Danny Boyle (2015), un filme extraordinario compuesto en tres tiempos, como una ópera de Wagner con pocos personajes y una densidad y tensión que nunca cesa, que nunca da respiro al espectador. Este es un drama que carece de obertura y que embate desde el primer minuto con el conflicto y los leitmotivs que se entrelazarán y evolucionarán a lo largo del filme. El guión de Aaron Sorkin presenta tres actos basados en los lanzamientos del Macintosh en 1984, del NeXT en 1988 y del iMac en 1998. Durante esos hechos, que se desarrollan en los escenarios, camerinos y corredores de tres grandes teatros, son una constante presencia la de Lisa (hija de Jobs), la de Chrisann (madre de la niña) y la de cuatro colegas: Joanna Hoffman (jefe de mercadeo), Steve ‘Woz’ Wozniak (co-fundador de Apple), John Sculley (presidente de la compañía) y Andy Hertzfeld (ingeniero). Entrelazados con esos tres presentes hay unos “flashbacks” muy breves y siempre nocturnos: rápidos vistazos a momentos previos en la vida de Jobs.
Al realizador británico Danny Boyle le gustan los retos: desde su hitchcokiano debut en 1994 con Shallow Grave, pasando por las reconocidas cintas Trainspotting (1996) y Slumdog Millionaire (2008), la obra entera de Boyle muestra talento para las puestas en escena complejas, cargadas de sentidos y tensión, junto con una brillante capacidad para crear personajes de la misma complejidad a través de diálogos eficaces. La obra de Boyle es diversa y revela su pasión por la exploración de diferentes géneros, estéticas e historias. Cada filme de Boyle ha enfrentado muy diferentes y complejas dificultades, y en el caso de su Steve Jobs, el primer reto fue el de hacer por tercera vez el retrato fílmico de una persona mundialmente reconocida: en 1999 Martyn Burke escribió y dirigió la cinta de TNT Pirates of Silicon Valley, que se centraba en la rivalidad entre Jobs y Gates en un período que abarca de 1971 a 1997, y en 2013 se estrenó el “biopic” Jobs, dirigido por Joshua M. Stern y protagonizado por el popular Ashton Kutcher. Siendo correctas las cintas de Burke y Stern, las diferencias con la obra de Boyle son abismales. Las actuaciones de los seis intérpretes que protagonizan Steve Jobs son extraordinarias: los personajes creados por Michael Fassbender, Kate Winslet, Seth Rogers, Jeff Daniels, Michael Stuhlbarg y Katherine Waterson son tan memorables como las personas en las que se basan. El Steve Jobs de Boyle y Fassbender es un dios atormentado, un hijo sin padre y un mal padre de su hija, es un hombre que proclama: “Dios mandó a su hijo a una misión suicida y aún así todos lo aman porque inventó los árboles”. En las constantes contradicciones de este personaje, la relación con su hija tendrá un lugar central que plantea una dimensión completamente nueva, y que marca otra diferencia con las películas previas que en lugar de ocuparse de la evolución íntima de un ser humano, se preocupaban más por los avances tecnológicos y por la búsqueda de poder de un personaje público.
Con Steve Jobs, Danny Boyle vuelve a demostrar lo que otros maestros de la historia del cine han sabido: que los grandes “biopics”, los grandes filmes biográficos, no son los que enumeran detalles, sino los que buscan la esencia, los que crean personajes capaces de transcender el olvido más allá del ser humano que los inspiró.
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Por Julián David Correa. Publicado en Periódico El Mundo del 19.02.2016.
http://www.elmundo.com/portal/cultura/palabra_y_obra/steve_jobs_de_danny_boyle.php#.Vs5rvIzhBn0
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