Sobre el libro «Cómo se cuenta un cuento», de Gabriel García Márquez

INCERTIDUMBRE Y CREACIÓN*

La Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, es una organización no gubernamental que se encarga de impulsar la formación de cineastas del Tercer Mundo. La Escuela recibe del gobierno un apoyo económico en el pago del salario al personal cubano, pero hasta ahí llegó la colaboración del Estado. La mayor parte del presupuesto de la Escuela procede de donaciones y del pago dado por los alumnos de los talleres. Junto a estos importantes aportes existe un muy pequeño ingreso que procede de la venta de productos al extranjero.

La serie televisiva Amores difíciles (1987), que se presentó en Colombia, se realizó gracias a una cofinanciación entre distintos canales y productoras y la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, Fundación que durante varios años presidió el escritor Gabriel García Márquez y que tiene, como uno de sus vástagos preferidos, a la Escuela. Ya en esa serie podían observarse algunas de las características que se han hecho comunes a varias de las producciones de la Escuela de San Antonio: el interés por temas americanos (el sincretismo religioso, los amores trágicos, la violencia, etc.), la diversidad de propuestas estéticas, la participación de americanos de todos los países del continente, la frecuente impronta del realismo mágico y el aval de Gabriel García Márquez.

En Colombia, como en otros países del continente, circuló durante varios años uni de los productos de la Escuela, producto que conserva las características que la serie Amores difíciles había mostrado: se trata de los textos de cine y del taller de guión de Gabriel García Márquez. Estos libros buscan, como la Escuela, subsanar una falta de educación cinematográfica en América, con textos de lenguaje directo, sin mayores tecnicismos, que se ocupan de temas fundamentales como el guión, la sonorización o el montaje.

Uno de los libros de la colección, Cómo se cuento un cuento, es el resultado de una serie de talleres realizado por un grupo de cineastas americanos, gente como Roberto Gervitz (Brasil), Victoria Eva Solanas (Argentina), Manuel Nieto (Colombia), Gloria Solo Benito (España) y otras personas de México y Cuba. Diez estudiantes En total diez estudiantes, un equipo de trabajo dirigido por el Nobel. El libro Cómo se cuento un cuento, es una edición de las grabaciones que se hicieron de las sesiones del taller, realizado por Ambrosio Fornet, el escritor y director cubano (guionista de Retrato de Teresa -1979), entre otras cintas.

Al leer la publicación Cómo se cuento un cuento, se siente que es menos un libro que un álbum: es una sucesión de imágenes que aparecen y desaparecen, al estilo de una película de Méliès: el violinista-terrorista que de un momento a otro se hace mujer, los argentinos que invaden el mundo, el toro que llega colgado del helicóptero y que tan pronto es una parrillada, como la atracción central en el salón de baile de un hotel. Las palabras registradas por el libro, producto de mentes que crean en medio de juegos serios, muestran todo el poder que para convocar imágenes puede tener un guión. Los argumentos que el taller ofrece como producto del trabajo de equipo están llenos de humor y creatividad, y resultan un poco barrocos (o magicorrealistas), por sus salidas inesperadas y su exuberancia en imágenes.

El libro ha sido construido a partir de una serie de discusiones alrededor de las ideas presentadas por los participantes en el taller. En ocasiones, estos aportan argumentos completos, pero con frecuencia sólo presentan una serie de planos y de vagas ideas acerca del carácter de la historia y de los personajes. Sobre estos materiales se desarrolla el taller, guiado por premisas fundamentales: el trabajo en equipo, la brevedad, la creatividad (la lucha contra las soluciones cliché) y la búsqueda, más que de la credibilidad objetiva de la historia, de su credibilidad subjetiva, de su coherencia interna. Los resultados son completos tratamientos argumentales que no se presentan nunca en su forma definitiva, pero que permiten revisar elementos fundamentales tanto de las historias como de la atención que debe prestarse a los personajes y al ritmo del relato.

En el texto puede seguirse la moderación del taller que realiza García Márquez, una serie de aportes que recuerdan muy poco a la de los profesores tradicionales, porque carecen de largos discursos de métodos y conceptos. La participación de Gabo se apega a lo que un taller y el papel de un moderador deben ser: un espacio y un conjunto de intervenciones destinadas a facilitar la labor de los participantes y el logro de los objetivos. Esta posición asumida por Gabo es valiosa y respetable, aunque en ocasiones sea quebrantado por él mismo, con comentarios que resultan poco útiles y que responden más a su sentido del humor y a su pirotecnia narrativa (la cual en el papel funciona a la maravilla), que a sus conocimientos del cine o a su respeto por los objetivos del taller y por las intervenciones de los participantes.

Aunque Gabriel García Márquez no es un erudito en cine ni un teórico destacado en ese campo, sostiene con constancia varias ideas en el libro, ideas que se convierten en importantes enseñanzas. Una primera está relacionada con la relativización del valor de los contenidos, por su sujeción al motivo que orienta la obra y a la coherencia del producto final: con frecuencia, en el texto se observa cómo una imagen o un hecho de la historia, que su autor defiende al comienzo de la discusión, termina por desaparecer cuando se demuestra que su existencia contradice la intención de la obra o cuando es claro que se constituye en un objeto sin importancia dentro del conjunto final.

Una segunda enseñanza la presenta el conjunto del taller y es una de carácter metodológico. El taller demuestra que el desarrollo de argumentos no es el resultado de procesos obsesivos o catárticos de algún artista solitario, sino como el resultado de un trabajo de equipo, en donde se impulsa la asociación libre (un poco al estilo de Buñuel y Carriére) y la lluvia de ideas, filón del cual se seleccionarán, con rigor, los materiales adecuados a la obra. Esta posición, de tanto reiterarse en la acción, termina por definir sus bases de trabajo: reflexión, discusión y construcción conjunta.

Una idea enunciada por García Márquez, la de que el guionista debería tener ejercicios prácticos en la moviola, da cuento del estilo de la propuesta del Nobel en relación con la construcción de guiones: Gabo no concibe la calidad en la labor del guionista como un producto de la erudición, ni en el área literaria ni en la cinematográfica. El modo de ver de García Márquez se diferencia del de la educación tradicional, en la cual una gran cantidad de contenidos quieren asegurar productos inteligentes; este autor le opuesta a la capacidad de contar, a partir de una pequeño anécdota o de una imagen sugerente, para la construcción de una historia que refleje aspectos de la realidad. Los valores fundamentales de un guión no estarían para Gabo en la complejidad, en la cantidad de las citas o en la investigación que prepara el texto, sino en la fuerza de las imágenes individuales, en el ritmo, en la inteligencia con la cual se vinculen las secuencias y se construyan los personajes.

El libro Cómo se cuenta un cuento, hace parte de una colección que publicó la editorial colombiana Voluntad, en asocio con la Escuela, y es un título que vale la pena leer y conservar, por su esfuerzo en continuar la formación de los cineastas y cinéfilos del continente. Un libro como éste es, sin duda, el más seguro legado de ese taller, porque en cuanto a esos bellos argumentos, tan llenos de pasión por el cine y por el arte de contar, de ellos como obra terminada, nada puede asegurarse. Hasta que los argumentos no sean cine, poco podrá decirse acerca de su calidad y de la calidad de sus creadores, pero para que sean cine en América, deberá pasar aún mucho tiempo y muchos esfuerzos… y mientras, durante todo ese tiempo, permanecerá la incertidumbre.

Roberto Gervitz: “Uno nunca está completamente seguro de lo que quiere hasta que lo hace. Y nunca está seguro de lo que hace hasta que lo ve montado”.

Gabriel García Márquez: “Eso es parte inseparable del proceso creador. No hay verdadera creación sin riesgo y, por lo tanto, sin una cuota de incertidumbre. (…) Esa dosis de inseguridad es terrible pero, al mismo tiempo, necesario para hacer algo que valga la pena. Los arrogantes que lo saben todo, que nunca tienen dudas, se dan unos frenazos, mueren de eso”.

*Por Julián David Correa. Publicado en Kinetoscopio N° 38. Ed. CCA, Medellín. Julio – Agosto 1996

Página en internet de la Revista Kinetoscopio

Página en internet de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños – EICTV

Videos y textos sobre la obra de Gabriel García Márquez y el cine en Geografía Virtual:

http://geografiavirtual.com/cine-basado-en-la-obra-de-gabriel-garcia-marquez/

http://geografiavirtual.com/2011/11/como-se-cuenta-cuento-gabriel-garcia-marquez/

http://geografiavirtual.com/2011/11/gabriel-garcia-marquez-cine/

http://geografiavirtual.com/2013/04/sobre-gabriel-garcia-marquez-blacaman-el-bueno-vendedor-de-milagros-el-otono-del-patriarca/

 

 

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